Carta publicada el domingo 10 de octubre de 2021 por El Mercurio.

Señor Director:

Nadie debería celebrar la funa del viernes a la convencional Grandón. De hecho, ha recibido el rechazo de todas las fuerzas políticas y actores sociales. Ahora bien, esta agresión es un fiel reflejo de la violencia nihilista que viernes tras viernes se apodera de la Plaza Baquedano y sus alrededores. Como han señalado diversas voces, esta violencia hunde sus raíces en una desafección profunda respecto de las normas y procesos institucionales. Sin embargo, sería un severo error pensar que, al estar mediada por este nihilismo, debemos aceptarla sin más.

Este era el sentido en que esperábamos una condena a la violencia de la totalidad del sistema político: no una declaración bobalicona de buenas intenciones, sino un esfuerzo genuino por reivindicar el espacio que corresponde a la política. Al demarcar este espacio, además, se permite la acción del sistema policial para controlar tales agresiones.

Ya hemos visto y padecido las consecuencias de obrar con tibieza al respecto. Quienes sacralizaron la violencia del 18-O, incluyendo buena parte del Frente Amplio, debieran tomar nota de esto. Porque, tarde o temprano, la violencia termina por devorar a sus cultores.