Carta publicada el viernes 24 de septiembre de 2021 por El Mercurio.

Señor Director:

Ingresar actualmente al país desde el extranjero implica enfrentar una multitud de exigencias y controles. Test PCR antes y después de ingresar, convalidación de vacunas para obtener pase diario, declaración sanitaria, control de inmigración, declaración y control del SAG y aduanas, y finalmente cuarentena de hotel o domiciliaria de siete días con reporte sanitario diario por dos semanas. Todos los controles y procedimientos son realizados por un personal atento y capacitado, pero el conjunto resulta abrumador y discutiblemente necesario. Hemos optado por el catálogo completo de controles sanitarios, cuando la mayoría de los países vacunados elige una o dos medidas.

El exceso de reglas, además, es una receta infalible para los malos entendidos y, finalmente, para la arbitrariedad. Por lo mismo, juega también siempre en contra de los grupos menos favorecidos y vulnerables. Por falta de recursos o alfabetización digital, barreras que parecen nimias a quien las diseña pueden ser un gran problema para los usuarios. El muro hoy levantado es especialmente duro con la tercera edad y con cualquier persona que no tenga o no sepa usar celulares “inteligentes”.

El control aduanero, por otro lado, resulta particularmente humillante. Que la autoridad escudriñe pequeños equipajes buscando bienes de más de 300 dólares bajo la sospecha de que el viajero podría querer comercializarlos produce poco dinero en impuestos, pero muchas situaciones indignantes. ¿Qué sentido puede tener algo así?

Desde el 1 de octubre algunos controles cambiarán, pero creo que es importante revisar bien el conjunto. El sistema actual resulta arcano incluso para las empresas de transporte y las agencias de turismo. Si no se afina rápido y bien, puede ser un tiro de gracia para Chile como destino turístico, deshaciendo años de posicionamiento y avances, y golpeando en el suelo a una industria agonizante. Pero también importa por otra razón: el ciudadano que retorna a su país debe sentir que vuelve a casa, a una República de libres e iguales, y no que es un insecto bajo el pulgar del Estado.

¿A qué se ingresa cuando se ingresa a Chile? El conjunto del control fronterizo es el que responde esa pregunta. Luego de casi dos años de distintos estados de excepción constitucional, muchos gobernantes lo han olvidado, y es nuestro deber recordar e ir recuperando las libertades que la emergencia ha obligado a suspender.