Carta publicada el miércoles 25 de agosto de 2021 por El Mercurio.

Señor Director:

Iván Poduje, quien ha sido funcionario de la actual administración, critica mi defensa de un trabajo programático e intelectual como condición de posibilidad de un buen gobierno. Con ese fin, además de distorsionar las palabras de Katherine Martorell, pretendiendo hablar por ella, recurre a otro tópico piñerista: el “sentido de urgencia”, combinado ahora con la retórica de “los territorios”. Los inútiles, en ese esquema, seríamos intelectuales de escritorio, contando ángeles en la punta de los alfileres, mientras los hombres de acción, como él, harían avanzar la historia. Es decir, la misma caricatura antiintelectual de siempre (variación de la cual son las últimas diatribas de Gonzalo Cordero contra Daniel Mansuy, en esta misma sección).

La carta de Joaquín Trujillo, en cambio, enriquece la discusión apuntando a algo clave: estos personajes que se creen prácticos, que alegan una conexión directa con el “sentido común” o “la calle”, no carecen de ideas. Es imposible comprender la realidad sin categorías. Negar la relevancia de la reflexión es su técnica para imponer sus puntos de vista —la filosofía de los porotos a la que apunta Trujillo— sin debatirlos. Así han logrado dominar por décadas al sector, manteniendo fijos los conceptos a través de los cuales la derecha miró el mundo e intervino en él.

Y el problema que yo quería poner sobre la mesa es justamente que ni el país ni la centroderecha aguantan otro gobierno dominado por esta filosofía, por más que pataleen sus cortesanos y mayordomos. De hecho, Sebastián Sichel ganó las primarias prometiendo una renovación política que o significa un cambio de mirada —nuevas categorías para observar e interactuar con el mundo— y una superación del piñerismo, o no significa nada.

No me interesa, entonces, pelear con los derrotados del ciclo político anterior, que gritan —en medio de su propio caos— “nosotros o el caos”, sino conversar sobre el contenido de la renovación política que tiene que venir. Todos los voluntarismos dogmáticos e irreflexivos, de izquierda y derecha, están condenados a hundirse en la compleja tormenta que navegamos. Nosotros tenemos que ser capaces de ofrecerle al país algo mejor que una alternativa de naufragio. De eso se trata esta campaña.