Carta publicada el martes 24 de agosto de 2021 por El Mercurio.

Señor Director:

En carta publicada ayer, Gonzalo Cordero formula algunas objeciones a mi columna del domingo. Así, defiende la tesis según la cual los convencionales de derecha deberían limitarse a defender “las bases de un orden social compatible con el desarrollo”. Según él, gestos como la carta dirigida a los pueblos originarios constituyen un grave error, en la medida en que concederían demasiado. Me atribuye también un supuesto colectivismo en el plano económico, aunque mi columna no toca tal punto. Según él, en esta cuestión solo hay dos opciones: libertad individual o un orden verticalmente impuesto. Todo el resto, arguye, serían “adornos retóricos”.

Me temo que la rigidez de esa disyuntiva refleja bien el problema intelectual que tiene a la derecha paralizada —y sin proyecto—. En efecto, la economía social de mercado admite muchas modalidades, y el gran pecado del oficialismo es no haber sabido adaptar a tiempo su defensa de la libertad económica. Pero, claro, tal desafío es simplemente imposible si se considera que las diferencias entre Hayek, Friedman y Röpke son solo “adornos retóricos”. Dicho de otro modo, el maniqueísmo implícito en el dilema le impide a parte de la derecha comprender lo que ha acaecido en los últimos meses y años: todavía ignora qué camión le pasó por encima, y por eso repite el mismo discurso como si nada hubiera ocurrido.

Esta dificultad puede apreciarse claramente en otra observación de mi contradictor. Para él, mi alusión a las reflexiones de Gonzalo Vial sobre el tema mapuche carece de contexto, pues hoy el país enfrentaría una amenaza demasiado grave. Pero cabe formular la pregunta de modo exactamente inverso: quizás, si la derecha hubiera escuchado antes a voces como la de Gonzalo Vial —en materia de pueblos originarios, en materia de crisis social y en materia de Derechos Humanos, por mencionar tres ejemplos—, no habríamos llegado a este punto. Después de todo, diagnósticos análogos al de Cordero inspiraron las dos gestiones del Presidente Piñera, con los resultados que conocemos. Confieso que me cuesta pensar que más piñerismo pueda encarnar algo así como el futuro de la derecha.