Carta publicada el martes 6 de julio de 2021 por El Mercurio.

Señor Director:

Puede pensarse que una de las principales funciones de la Convención es pedagógica; esto es, debe ilustrar con su conducta el valor de las reglas. Después de todo, una Constitución es un conjunto de normas que solo valen si son respetadas. En ese sentido, la Convención —y su Mesa Directiva— horadan sus propias posibilidades de éxito si sus primeras decisiones implican pasar a llevar sus límites (cuestionando la regla de los dos tercios, y tratando de intervenir en potestades de otros órganos).

En efecto, ¿cómo esperar que mañana otros respeten las nuevas reglas constitucionales si ellos no están dispuestos a someter su acción a ciertos límites? ¿Qué extraño privilegio tendrían los convencionales para saltarse impunemente las reglas? ¿No agravará esa actitud nuestra crisis de legitimidad en lugar de revertirla?

Transitamos por una cornisa demasiado estrecha como para permitirnos ninguna frivolidad, y los convencionales deberían saberlo mejor que nadie.