Carta publicada el sábado 5 de junio de 2021 por La Tercera.

SEÑOR DIRECTOR

¿Cuál es el futuro de la derecha? La pregunta es urgente por la reciente derrota electoral, pero también por la última cuenta pública. Esta alocución reveló un talento muy singular: en un solo acto, el Presidente erosionó aún más (si cabe) su propia credibilidad, desplazó la agenda social del primer plano, y terminó de golpear a su electorado y de dividir a su coalición. No es poco.

Paradójicamente, es justo ahí -en el fracaso piñerista- donde el oficialismo puede encontrar luces de cara al futuro. Me explico: los desaciertos del presente remiten a problemas de larga data. Si la derecha se toma en serio estas dificultades y saca las lecciones del caso, podrá hablarle al Chile actual.

Por ejemplo, si Sebastián Piñera no temió horadar la institucionalidad (recordemos los proyectos ambientales bajados por teléfono, o el audaz tránsito del “segundo piso” al Tribunal Constitucional), la centroderecha deberá actuar en forma muy diferente. No solo hay que promover el estado de derecho, sino también encarnar un comportamiento político a la altura de los ideales que se proclaman.

Si Piñera no creyó en el oficio ni en la interlocución política -el núcleo del poder se redujo primero a su fundación Avanza Chile, y ahora a unos jóvenes asesores que operan como ministros de facto-, el desafío será revivir una coalición digna de ese nombre. Esto supone dar espacio a las diversas tradiciones políticas e intelectuales del sector, más allá de las modas de turno, y terminar con los círculos de incondicionales que solo aumentan la distancia con la ciudadanía (por algo se mandó a madrugar y a comprar flores en su minuto).

Y si La Moneda ignoró sus promesas de campaña -la “clase media protegida” jamás fue prioridad-, la tarea será articular un programa presidencial de cambios sociales significativos, creíbles y consistentes con la propia identidad. Es decir, riguroso en lo técnico y orientado a fortalecer no solo el Estado, sino también la sociedad civil. Acá reside la opción de unificar al sector y de ofrecer un proyecto político con vocación de mayoría.

Se trata, en suma, de aprender de los (innumerables) errores: mirar hacia atrás, para apuntar en serio hacia adelante. ¿Será posible?