Entrevista publicada el martes 27 de abril de 2021 por la Revista Ya.

“Nadie te ayuda, es una carga que los padres deben llevar solos”, dice la investigadora del Instituto de Estudios de la Sociedad. Esta socióloga e historiadora reclama ayuda para la familia chilena, a quien ve abandonada por el Estado y el mundo privado, sin capacidad de cumplir su rol. Y ve en ese diagnóstico parte de la explicación de porqué Chile vive tiempos convulsos.

La historiadora y socióloga del Instituto de Estudios de la Sociedad (IES), Catalina Siles ha vivido desde los catorce años con el corazón dividido. A pesar de sentirse boliviana —nació en La Paz, de madre chilena—, ha vivido en nuestro país desde 2001 junto a sus siete hermanos. Hoy, a los 34, casada con chileno y con un hijo que nació en Santiago, como investigadora ha centrado su estudio en las raíces de la familia nacional desde los tiempos de la Colonia. Y emite su diagnóstico: observa un núcleo familiar disgregado, peligrosamente abandonado por el Estado y la sociedad. Para ella, ese abandono, que tiene décadas, explica parte importante de la crisis social y política que vivimos y ha sido puesto en relieve por la pandemia.

—La pandemia ha demostrado la enorme relevancia de la familia para sus miembros y para el buen funcionamiento de la sociedad en su conjunto; constituye la principal red de protección social. Llega a donde el Estado y el mercado no pueden llegar. Si la familia no funciona o funciona mal, sus consecuencias son dramáticas: lo estamos viendo en la sobrecarga que tienen las mujeres hoy.

—Usted habla de la invisibilización de la paternidad que ha quedado patente en esta pandemia.
—Es un problema que afecta a Chile y a los países latinoamericanos desde la Colonia, lo arrastramos desde hace siglos. Se ha visto en esta pandemia con el no pago de pensiones alimenticias y con la baja o inexistente corresponsabilidad. Cerca del 30% son hogares monoparentales y esas mujeres se hacen cargo solas de sus hijos y, cuando está presente, al padre le cuesta asumir responsabilidad. A lo largo de la historia de Chile y de América Latina, ha habido una debilidad en la figura paterna. Hoy se da un fenómeno paradójico: hay más padres que se involucran en la crianza, pero al mismo tiempo los hay quienes no pagan pensión alimenticia o no reconocen a sus niños. Hay ahí un problema que no ha sido abordado, ni en el discurso público ni en la acción pública

—¿ Por qué este fenómeno ha sido menor en otras culturas como la nórdica o la anglosajona?
—(La antropóloga) Sonia Montecino, en su libro Madres y huachos’, sitúa el origen del problema en el proceso de Conquista. Aquí llegaron españoles que se unían con indígenas —voluntaria o violentamente— y no reconocían a sus hijos: el sistema no permitía esas uniones, una norma que era más cultural que jurídica. Y ese hijo que no fue reconocido, reprodujo esa conducta a través de las generaciones. No fue solo un tema cultural, también económico en la Colonia y primeras décadas republicanas: los peones gañanes que recorrían el territorio en busca de trabajo se unían con mujeres, sin hacerse cargo de hijos. Iban y venían. Eso lo muestra muy bien el historiador Gabriel Salazar en “Ser niño huacho en la historia de Chile”.

Un proceso sociológico que, dice Siles, estuvo vinculado al machismo:
—Eso lo vio muy bien Octavio Paz para el caso mexicano y puede trasladarse al mundo latinoamericano.

—¿ Hoy está cambiando esto lentamente?
—La revolución del género ha producido un cambio: las mujeres están exigiendo cada vez más el involucramiento de los hombres en el mundo privado y doméstico. Para que ellas puedan salir al mundo público.

—Aun así su diagnóstico de la familia en Chile es duro.
—Hoy la familia ha sido dejada a sí misma, tiene que resolver por sí sola todos sus problemas. Y necesita ayuda para poder cumplir funciones que solo ella puede cumplir. Tiene una dimensión pública, pero se la considera siempre como un ámbito privado, de decisiones individuales. Pero para poder desplegar sus funciones, para ser el espacio de contención y solidaridad que necesitan sus miembros, necesita ayuda.

Catalina Siles es enfática. No solo el Estado debe ayudar a las familias, también el mundo privado y los organismos civiles de la sociedad.

—¿ De qué manera estos actores pueden facilitar la vida familiar? Desde ayudas económicas, a mejorar horarios de trabajos para que los padres puedan hacerse cargos de sus hijos, hasta subsidios y ayudas tributarias para su mantención.

Recuerda que hay espacios donde el Estado no puede intervenir y que solo corresponden a las empresas y el mundo privado. Por ejemplo, el cambiar la cultura laboral para facilitar ser padre responsable. Otros sí emanan de la responsabilidad estatal, como proveer salas cunas y jardines infantiles de calidad. “Uno de los desafíos estatales más importantes, es dar alternativa de cuidado de calidad para las madres. El Sename es la muestra más dramática del fallo de la familia y de la sociedad en su conjunto”.

ESTALLIDO SOCIAL: UN GRITO DE ALERTA

—¿Cuánta responsabilidad de estas carencias en la estructura familiar hay en la situación de violencia y crisis social que Chile ha vivido desde 2019?
—La familia es fundamental y todos nuestros problemas sociales pasan por ella, aunque no es la única instancia que nos afecta. Sí creo que no se habrían alcanzado los niveles que se alcanzaron, si tuviéramos mejores ámbitos familiares y comunidades familiares más estables y sanas. Respecto de la violencia, en mi doctorado (de Sociología en la Universidad Católica) conversábamos sobre por qué nos sorprenden tanto estos niveles inusitados, si la vida de las personas está rodeada de violencia partiendo por su propio núcleo: las cifras de violencia intrafamiliar son escalofriantes y, en la pandemia, más. Esto, en todos los niveles socioeconómicos. En el ámbito primordial, íntimo de las personas, la violencia es un ingrediente muy constante. Si queremos romper el círculo, tenemos que partir por ahí.

—Pero ¿cómo se le habla de responsabilidad parental a una familia sin capital cultural, cesante, hacinada y sín alimentos como hay miles hoy?
—No solo la falta de capital cultural es peor en las clases vulnerables. También las condiciones materiales en que viven estas familias hacen muy difícil la vida en pareja, más en pandemia. Siempre fue difícil: no poder llegar a fin de mes, dificultades en el trabajo, largos traslados y llegar tarde en la noche. Todas esas condiciones materiales afectan la vida familiar. ¡Cómo extrañarnos si todo es tan adverso!, isi vives en 30 metros cuadrados con cinco personas!

Catalina Siles ve en el Estado, los municipios y las organizaciones de la sociedad civil una obligación para con los ciudadanos, especialmente en las capas vulnerables. Porque si la pareja no resiste, los hijos quedan a la deriva.

—A veces es cierto que no hay nada que hacer. Pero otras, solo necesitan de guía y mediación. El problema es que, o hay que pagar por esa mediación, por el psicólogo y la terapia de pareja, o no obtienen nada. Ahí es cuando el Estado debiera crear instancias de protección. Lo contrario es un círculo vicioso, dice esta socióloga. “En un ambiente de drogadicción y delincuencia, donde el acceso a bienes de salud y educación son pésimos, el nivel de estrés que se carga es bien fácil que se traduzca en violencia intrafamiliar”.

—Se dice que los jóvenes de la primera línea durante el estallido social, se han sentido toda su vida invisibilizados por la sociedad.
—Eso es así. Esa invisibilización desde el Estado, el mercado, el mundo laboral, los marcó.

—¿ Cómo interpreta el estallido social?
—Muestra precisamente la importancia de la familia, es la única instancia donde la persona es acogida en su totalidad. Para el Estado tú eres un ciudadano. Para el mercado eres un consumidor. Para el mundo laboral eres un trabajador. Tienes una dimensión funcional. Pero en la familia, la persona participa en su totalidad, es acogida. La invisibilización del Estado, mercado y mundo laboral, puede paliarse de alguna forma a través de la familia, cuya labor nadie puede suplir.

Desde su expertise, Catalina Siles remarca que hoy tener hijos en Chile es dura tarea. —Tener hijos hoy exige heroicidad: nadie te ayuda, es una carga que los padres deben llevar solos. Me parece un problema porque los hijos no solo son un bien privado de la familia, sino un bien social. Acá queremos un sistema de pensiones de reparto, pero la tasa de natalidad es cada día más baja. Y no sorprende, porque hoy tener hijos es muy gravoso. Supone una gran felicidad personal, pero cuesta mucho. Eso hay que cambiarlo. Exige acción del Estado pero también de los privados.