Carta al director publicada el domingo 21 de febrero de 2021 por El Mercurio.

Señor Director:

En más de una ocasión, el Gobierno ha hablado de una “izquierda obstruccionista”. La expresión no siempre es feliz, pero tal vez sea apta al menos para describir el actuar del Colegio de Profesores.

Las condiciones que ponen para volver a clases —control total de la pandemia, sistema paralelo de transporte, etc.— solo tienen en común el ser imposibles de cumplir. No cabe duda de que la vuelta requerirá gradualidad, tal vez con más concesiones de las que el Mineduc quisiera. Con todo, una mínima dosis de vocación docente tendría al Colegio de Profesores trabajando en esa dirección (y la ausencia de dicha vocación tal vez permita explicarse que apenas un tercio de los profesores del país se encuentre afiliado).

Antes de que asomara siquiera en el horizonte el exitoso proceso de vacunación, numerosos organismos internacionales insistían sobre lo crucial que era la vuelta a clases. Para colmo, sabemos que en el caso de nuestro país son precisamente los sectores más necesitados los que más requieren de esta: tener clases en línea es muy distinto con un computador y amplios espacios domésticos, que en condiciones de estrechez.

Como están las cosas, sin embargo, el Colegio de Profesores parece empecinado en dar otra estocada a la educación pública, a pesar de la posición privilegiada que, con toda razón, se les ha conferido a todos los profesores en la vacunación.

¿Con qué compararlos? Por su desprecio de la educación, y por el modo en que trafican con el temor de las personas, tal vez los antivacunas sean la más cercana analogía.