Columna publicada el miércoles 27 de enero de 2021 por el Diario Financiero.

El 2021 estará marcado por el abultado calendario electoral y, sobre todo, por el debate constitucional. En este contexto, cabe destacar tres libros recientes, que exploran diversos aspectos de los desafíos que enfrenta Chile.

El primero es “Bencina y pasto seco” (Tajamar Editores), del columnista y académico de la Universidad de los Andes Joaquín García-Huidobro. Su tesis central es que para explicar octubre de 2019 es indispensable atender al pasto seco y a la bencina, sin excluir a priori ninguna de estas variables. Es decir, hemos de tomarnos en serio el combustible que se derramó el 18 de octubre, que el autor no teme en calificar como una operación bélica al menos parcialmente planificada; y también la rabia acumulada, la frustración, las desilusiones propias del progreso que fueron ignoradas.

En este sentido, el texto representa un auténtico ejercicio de moderación y ecuanimidad política, pues busca examinar el fenómeno en toda su complejidad. Así, García-Huidobro revisa la trayectoria del Chile posdictadura, siguiendo un estilo que él mismo describe como una “extensa columna de prensa”. En efecto, la obra está plagada de anécdotas, acontecimientos personales y disquisiciones al pasar; de ahí que su lectura sea amena y comprensible para cualquier ciudadano. Hay observaciones antropológicas, políticas e históricas; pero todo en un lenguaje sencillo y sin ningún afán de erudición.

Aunque “Bencina y pasto seco” reconoce la importancia política de la deliberación inherente al proceso constituyente, quizá su gran deuda sean las pocas líneas que le dedica al tema. Pero precisamente ahí reside el foco del libro “La hora de la reconstitución” (Ediciones UC), de Sebastián Soto, académico de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica. Tal vez sus primeras páginas son demasiado complacientes con la derecha y el piñerismo, pero la mayor virtud de esta publicación es intentar ofrecer una visión de conjunto propositiva y argumentada ante las disputas constitucionales más relevantes, desde el reglamento de la Convención hasta los órganos autónomos y la ley de presupuestos.

En particular, es saludable el énfasis orgánico (institucional) que resuena en la obra de Soto. En rigor, el principal aporte que puede ofrecer una nueva carta constitucional no se encuentra en las declaraciones programáticas ni líricas, sino en la arquitectura e interacción de los poderes públicos. En esa línea, es muy sugerente el planteamiento del autor en favor de un presidencialismo de coalición como vía para superar la tensión entre el Ejecutivo y el Congreso. Otro tanto ocurre con el modo en que Soto examina los derechos fundamentales: la pregunta acá es qué papel deseamos atribuir a los jueces en la definición de nuestra vida común.

Por último, es crucial recordar que —tal como señaló Angela Merkel a comienzos de 2020— tenemos por delante un desafío de reconstrucción titánico, sólo comparable con el esfuerzo del mundo de posguerra. Para enfrentar el Chile posoctubre y pospandemia no bastan ni la Constitución ni la política, por fundamentales que sean. Y ese es justamente el mensaje de “1943: la crisis del humanismo cristiano” (IES), libro de Alan Jacobs que reivindica la reflexión cultural, educativa y artística de cinco portentos —Auden, Eliot, Lewis, Maritain y Weil— en plena Segunda Guerra. Como sugería Eliot, los problemas de vida no se agotan en soluciones de ingeniería. Chile y el mundo requieren algo más.