Carta al director publicada el 14 de septiembre de 2020 por La Segunda.

Campea en nuestra opinión pública una idea atractiva pero insatisfactoria: que la única manera de resolver ciertos problemas sería mediante la refundación institucional. Esto se ha reclamado con insistencia respecto de Carabineros.

Como es sabido, estas fuerzas de orden han sido cuestionadas a partir de escándalos internos (el más reciente, la detención de una banda que realizaba “quitadas” a camioneros contrabandistas) y externos, todos graves, y que exigen un análisis serio y pausado.

Ahora bien, sin dudar de las buenas intenciones de quienes promueven tales refundaciones, esa mirada omite varias circunstancias de gran relevancia para sanear los errores estructurales. Por una parte, no se hace cargo de la cultura institucional, que, nos guste o no, existe y no se puede hacer desaparecer por decreto. Tampoco es razonable mantener en vilo a los cerca de 60 mil funcionarios actualmente operativos. Por otra, supone que el puro diseño de la nueva institucionalidad es capaz por sí solo de evitar los persistentes problemas que se han evidenciado en los últimos años. Finalmente, no se hace cargo de una crisis más compleja respecto del concepto de autoridad, que no solo abarca a las policías. Más bien, parece que toda forma de poder se encuentra bajo cuestionamiento (a veces por buenos motivos), lo cual hermana a esta crisis con varias que se manifiestan en el contexto nacional e internacional.

Todo esto confirma que, sin perjuicio de las urgentes reformas institucionales, el problema está lejos de terminar ahí.