Carta publicada el lunes 24 de agosto de 2020 por El Mercurio.

Señor Director:

En una entrevista publicada ayer, Fernando Atria afirma que el Banco Central no debería dejar de ser autónomo, pero debería responder políticamente al Congreso. Argumenta que las decisiones del consejo del Banco “pueden causar muchas penurias”, si “se equivocan y sobrerreaccionan”. Luego, lo lógico sería que se expongan a un juicio político.

En este razonamiento se repite la forma litigiosa de argumentar que el profesor de Derecho devenido en político suele utilizar: negar la búsqueda de cierto objetivo, y luego, proponer algo que es casi exactamente equivalente, bajo otro nombre. Atria, después de todo, tiene una especial sensibilidad para detectar y denunciar “trampas”, pero también para desplegarlas.

El ex precandidato presidencial sabe perfectamente que un consejo del Banco Central expuesto a juicios políticos jamás se atrevería a tomar medidas drásticas y dolorosas en el corto plazo, pero necesarias a mediano y largo. Así, su autonomía, que justamente busca proteger la posibilidad de operar en una temporalidad menos contingente que la política cotidiana, quedaría inutilizada y entregada al inmediatismo temperamental de los vaivenes del Congreso, con sus consejeros pasando a la lista de chivos expiatorios ideales en los escenarios de crisis económica.