Carta al director publicada el martes 7 de julio de 2020 por El Mercurio.

Señor Director:

Creo que es un deber que intentemos ayudar al profesor Agustín Squella en su noble cruzada contra la introducción de sesgos involuntarios en los menores de edad por parte de sus padres. Como antropólogo, debo destacar que el mayor de estos sesgos lo produce el lenguaje. Las categorías y distinciones de cada idioma están cargadas de ideología y preconcepciones heredadas que terminan configurando nuestra percepción del mundo. Una lengua es como una religión, al punto que muchos de mis colegas suponen un nexo profundo entre ambos fenómenos.

Luego, para llevar adelante el programa squelliano, resulta urgente y necesario prohibir que algún idioma les sea enseñado a los niños hasta que sean capaces de elegir uno (o ninguno) de acuerdo a su soberana libertad. Esto, por su parte, exige de nosotros, los adultos, un liberal silencio: no debemos hablar frente a los menores, ya que está demostrado que es por medio de la involuntaria imitación que ellos adquieren el iliberal sesgo idiomático.