Columna publicada el sábado 11 de julio de 2020 por La Tercera.

El debate sobre el retiro de fondos desde las cuentas de ahorro previsional no tiene que ver principalmente con ayudar a la clase media. Si fuera por eso, un crédito sin interés resulta más conveniente, especialmente considerando las consecuencias sistémicas de la liquidación de activos de las AFP y el pésimo contexto en que se realizarían (por algo ningún economista serio, del bando que sea, apoya el proyecto). Lo que estamos viendo, en cambio, es una maniobra de la izquierda en contra del actual sistema previsional. 

Quisiera analizar aquí esa maniobra: su contexto, método, objetivos y consecuencias. 

El contexto, para empezar, es importante: tenemos un gobierno casi fallido, al punto que su continuidad depende fuertemente del respeto a las instituciones republicanas por los demás actores. El Presidente, correctamente, ha defendido que este subsidio político no puede convertirse en cogobierno, pero ha fallado en proveer los cambios que permitirían el flujo de esa ayuda. Es cosa de mirar su segundo piso. Por su parte, muchos de los demás actores políticos han fallado en darse cuenta de que la crisis del gobierno puede convertirse en crisis del Estado. Hay, en cambio, un peligroso ambiente de “sálvese el que pueda”. 

El caso de las AFP, por otro lado, es dramático. Ellas cumplen en el plano de hacer rentar los ahorros. Pero la mayoría de los cotizantes desconfía del sistema, principalmente porque su mecanismo de comisiones es dudoso, y porque las AFP nunca entendieron su rol público como actores previsionales, mostrando indiferencia frente al hecho de que la mayoría obtiene pensiones ínfimas. 

La estrategia de la izquierda, en este contexto, se basa en falsificación ideológica. Apelan a una idea en la que no creen, el individualismo propietario radical, para demandar, como dijo Beatriz Sánchez, “#Mi10xCientoAhora”. Esto, a pesar de que el sistema de ahorro previsional se basa razonablemente en la corrección del sesgo cognitivo llamado “sesgo del presente” (preferir una ventaja presente, aunque signifique perder a futuro). Al desconocer esto, la izquierda se pone a la derecha de José Piñera. 

La expectativa de quienes aceptaron esta estrategia es que pueden destruir el sistema radicalizando sus tensiones internas. Sin embargo, parecen no haber evaluado que la falsificación ideológica rara vez funciona de la manera en que los farsantes esperan. Lo normal, en contra de sofistas y litigantes, es que los actores políticos queden atrapados en las posiciones que defienden públicamente. Y quienes sueñan con un sistema solidario jamás podrán construirlo desde el individualismo propietario extremo. Además, el sistema actual estará lejos de colapsar, pero se generará un daño innecesario a nuestra economía que hará sufrir más a las familias y retrasará la reactivación.

La única manera de recuperar el rumbo es con la verdad. Y eso implica dividir cuerdas: necesitamos el mejor proyecto posible para apoyar a la clase media y, por otro lado, una reforma previsional. Mezclar las dos cosas tiene por resultado una ayuda defectuosa y una reforma que es simple daño. Por eso el Senado debe rechazar lo que salió de la Cámara. La confianza nunca se recupera mintiendo.