Carta al director publicada el miércoles 13 de mayo de 2020 por La Segunda

En una entrevista del fin de semana, el senador Jaime Quintana propuso suspender la elección de gobernadores regionales y dejar el proceso descentralizador en manos del órgano constituyente. Al mismo tiempo, aseguró que postergar el plebiscito constitucional sería limitar la democracia. La contradicción es evidente, pues la elección de gobernadores no es solo una reforma a la administración del Estado, sino que surge como respuesta a la demanda por más participación a nivel territorial, asunto pendiente por décadas. Si ambas instancias buscan resolver tensiones similares, ¿por qué frenar una y mantener la otra? ¿No es también un límite a la democracia postergar los comicios regionales? ¿Por qué aplicar una vara distinta para dos hitos electorales?

La posición del senador Quintana quizá se explica por motivos menos nobles. Después de todo, una nueva figura en el escenario político provoca incertidumbre en algunas autoridades. Los senadores, por ejemplo, podrían quedar en una posición incómoda, pues elegir gobernadores implica contar en sus circunscripciones con una autoridad electa con más votos que ellos.

En cualquier caso, luego de la crisis gatillada en octubre pasado se requieren argumentos más contundentes para renunciar a nuevos espacios de participación ciudadana y fortalecimiento democrático. Suspender la elección, salvo motivos fundados que Quintana no logra ofrecer, sería abandonar una buena oportunidad para atenuar la distancia entre política y ciudadanía, uno de los mayores desafíos del Chile postransición.

Hace un par de meses, el senador Quintana le exigió al Presidente pasar a la segunda línea y asumir un parlamentarismo de facto. Quizá ese mismo razonamiento –la primacía del congreso sobre cualquier otra autoridad– lo lleva a oponerse a la aparición de las nuevas autoridades regionales.