Carta al director publicada el 24 de marzo de 2020 por La Segunda

Las acciones desplegadas con el fin de controlar la difusión del Covid-19 ponen
de relieve la importancia de contar con conocimiento experto que respalde
aquellas medidas. Ahora bien, a pesar de la evidente necesidad de poner
atención a la información científica, esto no puede hacernos pensar que ese
insumo por sí solo es capaz de generar soluciones unívocas, sin necesidad de
mediación política. Existen dos riesgos en esta relación: por una parte, pensar
que no existen disensos ni legítimas diferencias sobre las estrategias pertinentes
dentro de la comunidad científica; por otra, que solo se debe atender a
consideraciones científicas para manejar la pandemia, excluyendo de plano toda
razón política, social o económica. Para ilustrar el punto, sirve el ejemplo
del propio Gobierno chileno: a pesar de que existía un Consejo asesor y el
apoyo de la OMS, no fue hasta que se reunieron todos los involucrados en un
solo organismo que comenzaron a darse señales de calma de parte de los
distintos sectores.

Lo anterior se vuelve particularmente importante cuando la autoridad toma
medidas preventivas de mayor intensidad -como decretar un toque de queda o
cierres zonales-, pues tiene que ser capaz de justificar frente a la sociedad su
pertinencia y eficacia. Por otra parte, el despliegue de recursos que implica una
crisis de la magnitud de la actual supone la coordinación de muchos actores de
la sociedad civil, estatales e internacionales, lo cual solo se puede sustentar
sobre la base de un acuerdo político transversal.