Cada 11 de septiembre despierta la discusión sobre el pasado reciente de Chile, un período que sigue dividiendo al país. “Afloran disputas nuevas y viejas, que enrarecen el ambiente político. Algunas incomodan al oficialismo –de ahí el fugaz paso de Mauricio Rojas por el ministerio de Cultura– y otras a la oposición –como el viaje a Francia de los diputados Boric y Orsini–; pero lo cierto es que aún experimentamos serias dificultades para discutir con serenidad acerca del Chile de los 60 en adelante”, dijo Claudio Alvarado, director ejecutivo del IES, en La Segunda.

Hace pocas semanas, se cumplieron 46 años del golpe de Estado. El IES ha sido parte de esta extensa reflexión que, pese a las miradas divergentes, puede ir más allá de la trinchera. Ejemplo de esto son los más de 30 textos reunidos en el libro Las voces de la reconciliación (IES, 2013) que convocó a actores políticos e intelectuales para los 40 años del golpe. 

Ahora, ¿es posible una conmemoración distinta de cara al 2023, cuando se cumplirán 50 años del 11 de septiembre del 73? Según planteó Alvarado en un especial en El Mercurio, aunque “es difícil aspirar a una mirada convergente”, sí “resulta lógica y moralmente posible condenar en forma inequívoca las violaciones a los derechos humanos y, a la vez, advertir que hay múltiples debates pertinentes sobre el Chile de los 60 en adelante. Por eso conviene ser muy cuidadosos con las acusaciones de negacionismo”, debate que también abordó en Radio Pauta, y Daniel Mansuy en T13 Radio.

En The Clinic, Josefina Araos señaló que “uno espera que algún día, conmemorando el 11, todos puedan compartir al menos la tristeza. El paso del tiempo no irá generando, como por efecto natural, un acuerdo o consenso respecto de lo que provocó el quiebre de la democracia en Chile, y tampoco es claro que ese consenso sea algo deseable. Pero sí es posible aspirar a que los años nos permitan reunirnos en torno a la conciencia de que el 11 y todo lo que vino después nos ocurrió a todos”.

Para Pablo Ortúzar, son muchas las preguntas que plantea el 11 de septiembre. Una, sostuvo en El Mercurio, es  “si estamos dispuestos a interrogar el proceso, para que podamos aprender sobre la violencia humana y sus mecanismos, o permanecerá simplemente como un asunto faccioso”.  Otra es “¿qué pasará con los esfuerzos por generar una memoria oficial de las brutalidades del régimen militar, con el fin de prevenir violencias futuras? Todo parece indicar que este proyecto está condenado. Primero, por su instrumentalización político-contingente: la sacralidad de las víctimas de la dictadura no puede ser, al mismo tiempo, patrimonio común y propiedad de un grupo político”, dijo en La Tercera.

Lo cierto, dice Alvarado en La Segunda, es que hay varios motivos para seguir reflexionando en profundidad las últimas décadas. El próximo año confluyen aniversarios que volverán a tomarse la agenda, como la conmemoración de los 30 años del retorno a la democracia, o el medio siglo de la elección presidencial que llevó a Allende a La Moneda.

Asimismo, en julio de este año se cumplieron tres décadas del plebiscito constitucional de 1989, que junto con el “No” pavimentó el retorno a la democracia. “Con esta consulta popular comenzó la evolución democrática que explica la fisonomía de la Constitución vigente hoy. Recordarlo ofrece una oportunidad política para aquellos sectores que busquen mirar con honestidad las luces y sombras del pasado reciente de Chile”, sostuvo el director ejecutivo del IES en La Tercera. Además, moderó un seminario en la UC sobre este plebiscito, en el que participaron el exministro de la Concertación,José Antonio Viera-Gallo, el periodista y cronista del período Ascanio Cavallo,  y el abogado constitucionalista y otrora miembro de la Comisión Rettig, José Luis Cea, entre otros.