Entrevista publicada el 09.06.19 en Las últimas noticias.

Autor del comentado libro ¿Por qué ha fracasado el liberalismo? considera que el ser humano debe apartarse del consumismo.

Hay hombres que son consecuentes en sus vidas. Patrick Deneen es un ejemplo de aquellos. El profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Notre Dame y autor del libro, recientemente presentado en Chile Por qué ha fracasado el liberalismo (Rialp, 2018), decidió en un momento de su vida renunciar a su cátedra en la prestigiosa Universidad de Georgetown, en Washington D.C., para trasladarse a la Universidad de Notre Dame, porque consideraba que no podía poner en práctica lo que asumía como fundamental en la vida de las personas: vivir en comunidad, con lazos más estrechos y comprometidos.

Con mi esposa y mi familia sentimos que no existía esa sensación de barrio, de comunidad. Por eso decidimos cambiarnos de una metrópolis como Washington a otro gran centro de estudios, Notre Dame. Ahora vivo cerca de la universidad, camino a mi trabajo, compartimos en el barrio con otros profesores y, además, vivo cerca de mi iglesia”.

Su libro ¿Por qué ha fracasado el liberalismo? es un llamado a volver a nuestras raíces, a crear comunidad y dejar de ser guiados por el consumo y el individualismo que ha dominado a ciertas sociedades liberales como Estados Unidos.

Deneen es un católico practicante que considera que la religión es una de esas fuentes de cohesión social y humanidad. En esta entrevista explica su crítica al liberalismo en un país como Chile, que se jacta de ser uno de los más liberales de América Latina. “Por eso me interesa tanto Chile, creo que, junto a ese liberalismo, también hay un catolicismo interesante que puede ayudar a sobrellevar las dificultades del liberalismo”. El académico y teórico estuvo una semana en nuestro país, invitado por el Instituto de Estudios de la Sociedad y el centro de estudios IdeaPaís.

–¿Chile es visto como ejemplo de un país liberal?

–Chile es visto como un país único, porque tiene una fuerte y larga tradición de libre mercado que, irónicamente, surgió en un gobierno autoritario. Pero también tiene una fuerte influencia de una tradición socialista. Chile es un país que tiene expresiones de una derecha liberal y también de una izquierda liberal. Esa es la razón por la que me interesa tanto.

–Este país se jacta de su liberalismo. ¿Usted vino a abrirnos los ojos y convencernos de que estamos en la senda equivocada y de que debemos abandonar el liberalismo?

–La gente que me invita (IES e IdeaPaís) está interesada en discutir eso.

–Chile es un ejemplo de liberalismo en economía, sociedad, educación, política, ciencia y tecnología. ¿Usted considera que estamos en el camino equivocado?

–Lo que me resulta interesante respecto de Chile es que es un caso único. Porque este país es liberal en términos económicos, pero creo, no estoy seguro, que todavía es un país con una tradición católica, tradicional en varios aspectos.

–¿Usted postula que debemos volver al catolicismo o al conservadurismo?

–Yo no hablo en el libro específicamente de catolicismo.

–¿Pero hace constantemente referencias al catolicismo?

–Considero que es una de las fuentes tradicionales importantes que nos ofrece otra manera de entender la libertad humana. Pero yo nunca pretendí escribir un libro sobre el catolicismo.

–En su libro usted plantea que la derecha y la izquierda son liberales. ¿Cómo es eso?

–En Estados Unidos tenemos un sector conservador que, en realidad, es liberal, porque es un defensor radical del libre mercado. Los conservadores estadounidenses creen que pueden combinar un orden económico liberal con un orden social conservador. Y los demócratas dicen que hay que combinar una política económica más social con una sociedad más liberal en términos valóricos. Demócratas y republicanos son muy cercanos.

Relación más solidaria

–¿Por qué no le gusta el liberalismo actual?

–Creo que este liberalismo terminó con las relaciones humanas, con las habilidades de los seres humanos de lograr una relación estrecha, profunda, más solidaria.

–Al leer su libro aparecen postulados similares a los que uno escucha en Chile de los comunistas o de las izquierdas más críticas del modo liberal. Usted critica que somos “consumidores”, en vez de seremos humanos, que la educación sólo pretende “mantener el orden del sistema”. ¿Comparte ideas con estos grupos?

–Mi postura es muy diferente, porque postula un orden social tradicional. Plateo un sistema educacional más tradicional, más clásico, menos autoritario, que esté fuertemente apoyado en la vida religiosa y en la familia. Esta propuesta choca con la ideología liberal.

–¿Pero usted no puede negar que el modelo económico liberal ha sido un éxito frente a otros sistemas como el soviético o el venezolano?

–El tema es que la ideología de libre mercado no se ha quedado circunscrita a la economía. La ideología liberal está en todos los ámbitos de la sociedad, en la familia, en la religión y hemos llegado a un nivel que todo está vinculado a la economía, a la maximización de recursos y a las ganancias.

–¿Qué propone usted como alternativa al liberalismo?

–Creo que debemos empezar con un cambio filosófico en que entendamos de una nueva manera al ser humano. En las sociedades liberales se postula que somos más libres, pero cada vez somos más dependientes.

–¿No está de acuerdo con que somos más libres?

–Creo que está malentendido lo que es una persona humana. Creo que el ser humano debe formarse en un orden económico y social distinto al actual, que no repita las patologías que vemos hoy en nuestras sociedades.

–¿Cuáles son esas patologías del liberalismo?

–En Estados Unidos, actualmente, cada día estamos más libres pero también menos y menos felices. Trabajamos por más libertad y riqueza, porque nos dicen que eso nos hace más felices, nos dicen que ese es el camino para florecer. Creo que para crear un ser humano independiente, lo más importante es tener, crear relaciones humanas en la manera más tradicional.

–Usted dice que el liberalismo nos deja desnudos. ¿A qué se refiere?

–Cuando estamos desnudos, pienso en ese individuo independiente, que está solo con él mismo. Cuando digo “estar desnudo” pienso en ser absolutamente independiente, pienso en personas que asumen ser totalmente responsables de sus éxitos, de sus fracasos o logros.

–¿Eso está pasando en Estados Unidos?

–El liberalismo se está convirtiendo en un problema global. El liberalismo tenía como uno de sus principales principios que los individuos eran libres y no tenían fronteras y que los hombres libres no podían estar limitados por el mercado o las fronteras, pero hoy vemos que la gente está pidiendo límites, fronteras.

–El liberalismo nació hace 500 años y empezó a practicarse hace 250 años en Estados Unidos. ¿Cómo terminamos con este modelo tan antiguo?

–Doscientos cincuenta años parece un largo tiempo, pero si pensamos en la cantidad de años de la filosofía de Platón o Aristóteles, un cuarto de siglo no es tanto. Estamos recién evaluando si fue un experimento exitoso, y no sería raro que ahora se produjera un cambio radical.

–¿Cambio radical?

–Esto puede general una reacción política como el fascismo, una nueva forma de fascismo o un autoritarismo como el de China.

–¿Considera posible que China se transforme en un modelo para Occidente?

–China puede ser un modelo que conjugue la prosperidad económica y el autoritarismo. Si queremos evitar esto, tenemos que pensar en cómo salir de este mundo dominado por el liberalismo.

Fin de las libertades

–¿Por qué rechaza las libertades individuales como el derecho al aborto o la legalización de las drogas?

–La lógica del liberalismo dice que el ser humano es libre, pero esto ha llevado a que la clase trabajadora esté devastada.

–¿Y por qué se opone a la libertad de elegir consumir drogas?

–El liberalismo extremo beneficia a la élite, a los que tienen recursos, a los que tienen más recursos para financiar tratamientos y especialistas.

–¿Cómo ve a Chile en este escenario dominado por el liberalismo?

–Algunos chilenos me han dicho que Chile está 20 años detrás de los Estados Unidos. Que lo que pasa ahora en mi país, le ocurrirá a Chile en 20 años. No sé si es verdad. Pero si es así, si Chile no opta por un modelo más avanzado de democracia, en 20 años va a tener a un Doland Trump o va a sufrir el levantamiento de la clase obrera o un nuevo tipo de divisiones en la élite, un quiebre en la sociedad civil, en las comunidades, iglesia, o un drástico aumento en los indicadores de suicidios.