Hace algunas semanas, después de la Cuenta Pública del 1 de junio, el Presidente Sebastián Piñera realizó su segundo cambio de gabinete. Aunque las expectativas eran altas, finalmente resolvió no modificar el equipo político y los ajustes en los ministerios sectoriales provocaron algunas molestias dentro de Chile Vamos. Llegando a la mitad de su mandato, tiene apenas de un 29% de aprobación, según la última encuesta Cadem. Además, varias figuras de la coalición ya han manifestado su interés por encabezar La Moneda el 2022.

En este vertiginoso escenario, los investigadores del Instituto de la Sociedad (IES) han analizado en diferentes columnas y entrevistas los aciertos y desaciertos del gobierno, el momento político de la derecha y las proyecciones para el segundo tiempo de Sebastián Piñera.

Si la carrera presidencial está desatada, sostiene Daniel Mansuy en “El síntoma Allamand” (El Mercurio), “es porque el Gobierno ha perdido toda capacidad de iniciativa política. Si se quiere, el gesto de Allamand –quien dijo estar dispuesto como presidenciable– revela, para bien o para mal, todas y cada una de las dificultades que acechan hoy al Gobierno”.

Según Claudio Alvarado, director ejecutivo del IES, “es notorio que el oficialismo experimenta serias dificultades para manejar su diversidad interna. Sebastián Piñera obtuvo una votación histórica en la segunda vuelta, flanqueado por los dos Kast y Manuel José Ossandón. ¿Se trabajó ese pluralismo puertas adentro? ¿Se cultivó el diálogo político?, plantea en “Una derecha sin complejos” (La Tercera), luego de que José Antonio Kast anunciara la creación de su nuevo partido, Acción Republicana.

Para Pablo Ortúzar,  este segundo gobierno de Piñera “ha sido menos gerentista que el primero, y eso se agradece. Pero todavía prevalece una concepción del ser humano y de la sociedad demasiado pobre. Hace falta una mirada más compleja”, dijo en una entrevista con los medios regionales de El Mercurio. Esa mirada más compleja, añadió, también se relaciona con una falta de diagnóstico y relato. 

“El gobierno y la derecha en general pretenden hacer reformas sociales, pero sin romper ningún huevo, y eso creo que no se puede. Entonces al final son ‘reformitas’ o cosas más bien menores, y así va a pasar el gobierno. Peca por defecto en lo que el gobierno de Bachelet pecó por exceso, que fue hacer demasiadas reformas, demasiado grandes, en muy poco tiempo y sin un diseño razonable”, agregó Ortúzar en Radio Duna.

En la columna “Preguntas al Presidente” (La Segunda), Claudio Alvarado formula más de una treintena de interrogantes al mandatario, entre ellas, “¿qué herencia pretende dejar? ¿Recordará que le queda apenas un año antes de los nuevos ciclos electorales? ¿Notará que se juega no sólo el futuro del oficialismo, sino también el legado de sus cuatro décadas de vida política?”. 

“La última apuesta”

Al analizar la Cuenta Pública presidencial, Daniel Mansuy rescata en El Mercurio dos líneas de iniciativas: las relacionadas a las obras públicas, como el tren a Valparaíso, y la propuesta de ajustar el número de parlamentarios, que en medio de la crisis institucional, lo interpreta como una buena señal.

“La propuesta de reducir el número de parlamentarios no solo conecta con un sentir popular (incomodando de paso a la oposición), sino que pone sobre la mesa la cuestión institucional y la crisis de confianza”, dice. A su juicio, “estamos frente a una de las últimas oportunidades que tiene el Ejecutivo para fijar un rumbo, rayar la cancha y definir los términos de la discusión: si la oposición bloquea, revisemos entonces las reglas que lo permiten; y si el bloqueo persiste, los obstructores tendrán que dar explicaciones ingratas al país”.

Para Pablo Ortúzar, también se trató de una buena jugada. “El gobierno ha acertado al tratar de convocar voluntades para modernizar la política. Es, sin duda, uno de los puntos más importantes de la pasada cuenta pública. Un acierto. Son las reglas del tablero político las que necesitan cambios. Ya no basta con cambiar las piezas. Todo político serio debería responder a este llamado”, sostuvo en La Tercera.

La Moneda 2022

Según la última encuesta CEP, el alcalde de Las Condes, Joaquín Lavín (UDI), es el personaje político mejor evaluado del país, con un 56% de aprobación. Lo escolta, aunque casi 20 puntos más abajo, la expresidenta Michelle Bachelet, con un 38%, y a ella lo sigue el senador Manuel José Ossandón, con 37%.

En la entrevista con los medios regionales antes comentada, Pablo Ortúzar asegura que “Lavín podría ser el nuevo Presidente. Estará en la pelea, claramente. Lo que todavía no sabemos es por qué quiere ser Presidente”. Sobre el perfil del acalde, precisa en La Tercera que “el riesgo es que pretenda hacer un salvataje estético del capitalismo chileno y de la alicaída derecha Chicago-gremialista, en vez de las reformas necesarias para darle viabilidad a largo plazo a ambas cosas. Algo así como pan para hoy, Frente Amplio para mañana”.

Una de las debilidades del alcalde, según escribe Daniel Mansuy en El Mercurio, es que “se convierte en víctima de sí mismo. Su moderación le permite ser popular, pero al mismo tiempo tiene sus costos: por definición, los moderados no definen los ejes del debate”.

Pero si bien lidera en las encuestas, no todo ha sido victoria para Joaquín Lavín. Hace algunos días, la Corte de Apelaciones de Santiago resolvió dejar sin efecto su ordenanza municipal que prohibía fumar en las plazas y parques de Las Condes. “Mientras Lavín crece en las encuestas explotando el espacio en blanco dejado por la política, yendo incluso más allá de la ley, son los tribunales (y no los políticos) quienes le recuerdan al edil que él no debe hacer aquello que es propio de un legislador. Una demostración patente de que cuando se produce un vacío, no falta quien lo ocupe”, sostiene Claudio Alvarado en el Diario Financiero.