Columna publicada el 09.04.19 en La Segunda.

Hay quienes dudan del peligro que representa para la libertad académica la ola de corrección política que, lento pero seguro, va invadiendo los campus universitarios. El riesgo, sin embargo, es efectivo. Quizá el mejor ejemplo sea la reciente campaña contra el filósofo del derecho australiano John Finnis, profesor emérito de Oxford. Apenas un par de meses atrás, un grupo de estudiantes promovió su destitución de esa universidad. ¿El motivo? Sus tesis sobre moral sexual –básicamente, la doctrina clásica de importantes tradiciones éticas y confesiones religiosas– constituirían, en sí mismas, actos discriminatorios.  

Pero la polémica fue interesante no sólo porque ilustró ciertas tendencias de algunas elites cosmopolitas, sino también por el tipo de reacciones encontradas que generó. Para sorpresa de esos estudiantes, pronto aparecieron figuras académicas significativas, que suscriben visiones distintas a la de Finnis, criticando el afán de expulsarlo. Entre otros, Brian Leiter, Leslie Green y Jeremy Waldron, para quien “la campaña para eliminar a John Finnis es absurda. Sus puntos de vista sobre muchas cosas no son convincentes para algunos de quienes lo respetamos… Pero defender y elaborar esos puntos de vista no equivale a discriminación”. En la misma línea, Oxford señaló que no tolera “forma alguna de hostigamiento, incluyendo la orientación sexual”, recordando a renglón seguido que “el debate académico vigoroso no implica hostigamiento cuando es conducido respetuosamente y sin violar la dignidad de los demás”.

No deja de ser paradójico que fuera John Finnis el objeto de estos ataques. En rigor, su trayectoria universitaria ha sido el fiel reflejo de una vida marcada por la libertad de pensamiento. Cuando H.L.A. Hart, su director de tesis doctoral, le propuso escribir un libro titulado “Ley natural y derechos naturales”, ninguno de los dos imaginó los inesperados frutos que daría ese encargo. Formado en el positivismo jurídico y la filosofía analítica, el trabajo de Finnis revitalizó en el mundo anglosajón la tradición clásica del derecho natural. Aunque –de nuevo– en una forma muy libre y singular, que hasta hoy genera discrepancias entre quienes cultivan la herencia de Aristóteles y Tomás de Aquino.

Es sobre todo a partir del teórico medieval que Finnis articula su propuesta filosófica en materia de ética, política y derecho. De ahí la pertinencia de discutir su “Tomás de Aquino. Teoría moral, política y jurídica” (IES, 2019), que será presentado este jueves por Cristóbal Orrego y Carlos Peña; un contrapunto que de seguro confirmará la viabilidad del diálogo racional y los beneficios que trae consigo la libertad intelectual, la misma que por momentos escasea en nuestra esfera pública.