Con el anuncio del proyecto de Admisión Justa, que –entre otras medidas– busca reincorporar la selección por mérito en liceos de excelencia, despertó nuevamente el debate sobre educación. En paralelo, la oposición presentó otra iniciativa, llamada “Ley Machuca”, que busca reservar cupos en colegios privados para alumnos vulnerables.

A través de diferentes columnas, los investigadores del Instituto de Estudios de la Sociedad reflexionaron sobre las propuestas de ambos sectores y las debilidades del debate sobre educación escolar en Chile.

En “Lo público de la educación” (El Mercurio), Josefina Araos y Mariana Canales señalan que si bien es valioso volver a hablar de educación, “ambos proyectos se focalizan en un grupo minoritario de la población, al mismo tiempo que se muestran indiferentes a preguntas fundamentales. En este sentido, es relevante que la clase política -frente a la tentación de aislarse en sus disputas- establezca, al fin, la construcción de un proyecto de educación nacional como objetivo prioritario”.

En una línea similar, Pablo Ortúzar advirtió en La Tercera que “solo si conversamos sobre educación directamente, sin eufemismos, podremos construir una agenda y un horizonte educacional digno de ese nombre. ¿Qué es educar? ¿Para qué educamos? ¿Cuánto se juega en los primeros años?”.

En relación al ingreso de una joven trans al Liceo 1, Claudio Alvarado y Daniel Mansuy se preguntaron en en El Mercurio “¿Cuántas jóvenes quedaron fuera del establecimiento durante su último proceso de admisión? ¿No resulta injusto que la ministra intervenga de manera preferente en tan solo uno de esos casos, en desmedro de todos los demás?”.

Selección y mérito

Entre los temas más disputados está el reincorporar la selección por mérito en los liceos emblemáticos para un 30% de la matrícula. Según escribió Daniel Mansuy en El Mercurio, “el orden social no funciona sin reconocer -aunque fuera parcial y precariamente- el mérito”, pero “la excesiva insistencia en el mérito tiende a olvidar a los excluidos, e instala en el imaginario una visión meramente competitiva del orden social”.

Una reflexión similar desarrolló Josefina Araos en The Clinic: “¿En qué medida una “admisión justa” concentrada en aquellos con mejor desempeño y mayores habilidades confirma la prioridad del Ejecutivo por los invisibles de la sociedad? ¿No debiéramos enfocarnos en todos esos colegios que no son de alto rendimiento, pero a los cuales llegarán la mayoría de los niños en edad escolar?”.  

En el mismo medio, Santiago Ortúzar planteó que, “por mucho que la oposición insista que el algoritmo para seleccionar a los alumnos no depende del azar, esa réplica no identifica ni canaliza la insatisfacción con un sistema automatizado”.

En tanto, Claudio Alvarado, director ejecutivo del IES, señaló en el Diario Financiero que “por más adhesión que despierte el discurso meritocrático –un dato que no cabe ignorar–, su formulación habitual relega a un segundo o tercer plano a los más vulnerables. En este caso, a aquellos jóvenes que jamás podrán acceder a un liceo de excelencia. En palabras simples, la discusión actual remite a un porcentaje muy minoritario de la educación que ofrece el Estado”. 

Por otro lado, según puntualizó en el Diario Financiero, “el aspecto más relevante de la iniciativa “admisión justa” va por otro lado, y consiste en la propuesta de autorizar a todos los establecimientos que reciben fondos públicos a seleccionar hasta un 30% de la matrícula según su proyecto educativo”, tema que desarrolla en el documento IES “Limitaciones y amenazas a la libertad de educación”.

Respecto al mecanismo de selección en sí mismo, Pablo Ortúzar sostuvo en La Tercera que “hoy es más o menos evidente que seleccionar por ‘mérito’ para el primer ciclo básico -y con mayor para el prebásico- es un caso de exigencia absurda. Lo que no está para nada claro es que dicha selección sea igualmente ilegítima cuando se habla del segundo ciclo básico o de la educación media”.

En otra columna sobre el tema, explicó que “los liceos de excelencia y los liceos tradicionales operan en la lógica de los centros de alto rendimiento. Por lo mismo, es razonable que, tal como ha propuesto el gobierno, cuenten con altos estándares de selección, ya que el programa académico al que deben ser sometidos los estudiantes una vez ingresados debe ser lo más exigente posible”.

Textos escolares

Otro de los debates que suele reactivarse a fines de febrero, ante el inicio de año escolar, es sobre el mercado de los textos escolares. En una entrevista con El Mercurio, Pablo Ortúzar, autor de un documento IES que la Fiscalía Nacional Económica ocupa de antecedente en su investigación sobre la materia, señaló que “el foco nunca ha estado puesto en la calidad”.

En su columna semanal en La Tercera, también precisó este punto: “Hay que tener claro que el problema del precio de los textos escolares -que en Chile bate marcas mundiales-, así como el de la concentración existente en el mercado de sus proveedores, son sólo una cara urgente de un problema mayor y más importante, que es el de la calidad de nuestro material educativo y de nuestra educación”.

Aunque para Ortúzar los problemas de la calidad en la educación son transversales. “Nuestra educación privada está al debe. Luego, no es raro que reciba ataques poco serios desde la izquierda, cada vez que ésta quiere desviar la atención en el debate educacional. Si nuestros mejores colegios privados, además de ser excelentes y realmente exigentes, dejaran un espacio a quienes pueden rendir pero no pagar, nadie se atrevería a cuestionarlos”, dijo en el Diario Financiero.