Artículo publicado el 02.12.18 en El Mercurio.

Extractos del libro epistolar  “Católicos y perplejos. La Iglesia chilena en su hora más oscura”, por Claudio Alvarado R., Josefina Araos B. y Joaquín García-Huidobro C. Ediciones UC, 187 pp.

PortadaLa Iglesia católica ha vivido un año particularmente difícil y doloroso, marcado por la crisis de los abusos y la renuncia de todos los obispos de Chile. En ese contexto surge este libro que, en formato de diálogo epistolar, intenta ahondar en las causas de la crisis, así como también estimular la reflexión y el compromiso de los fieles católicos.

Joaquín García Huidobro, “No todo pasado fue mejor” (14 de febrero de 2018):

“Debo confesar que prefiero vivir en una sociedad donde los obispos no aparezcan con frecuencia en la primera página de los diarios ni sean los líderes más relevantes en la sociedad. Eso es propio de situaciones muy excepcionales, como la de Silva Henríquez en Chile, Miguel Ovando en Nicaragua o Desmond Tutu en Sudáfrica […] En ese sentido, incluso los escándalos de los abusos, que han sido horribles, pueden tener consecuencias positivas. Una parte de ellos se debe a una idealización excesiva de los sacerdotes. La santidad del sacerdocio, en cuanto participación del sacerdocio de Cristo, en ningún caso puede traducirse automáticamente en una presunción de santidad de los sacerdotes concretos. Su misión es muy relevante, irreemplazable, pero es importante que los católicos tengan muy presente que los curas son uno más, con los mismos problemas que el resto de los mortales. ¿Habría habido tantos abusos de adolescentes u hombres jóvenes sin esa mitificación de ciertos sacerdotes, cuya palabra pasaba a tener más poder que la de Dios en el Monte Sinaí […]?”

Claudio Alvarado, “¿Dónde están los intelectuales católicos?” (15 de febrero de 2018):

“Una dimensión puntual, aunque muy relevante de esa crisis, pues las ideas tienen consecuencias y van moldeando la cultura, es el decaimiento de la intelectualidad católica. Joaquín subrayaba en una carta anterior que a mediados del siglo pasado el panorama no era demasiado alentador, pero en mi opinión algo semejante puede decirse hoy, al menos en Chile. Por un lado, los intelectuales públicos más influyentes de las últimas décadas no son católicos. Por otro, intelectuales católicos relevantes, como Pedro Morandé o Mario Góngora, solo han sido recientemente rescatados. Asimismo, figuras con mayor propósito de impacto público, como el Gonzalo Vial de los últimos años con sus columnas de La Segunda, fueron más bien una voz en el desierto. De seguro hay muchos profesores universitarios que cumplen los estándares exigidos por la academia contemporánea y que viven seriamente su Fe, pero, ¿cuánto de eso se traspasa efectivamente al ámbito público? ¿Cuánto interesa que así sea?”

 Josefina Araos, “Los invisibles” (16 de febrero de 2018):

“La crisis de los abusos no es meramente un elemento oscuro en medio de la valiosa y necesaria misión de la Iglesia. Es, al contrario, una crisis estructural […] Ahora bien, si tengo que identificar en medio de estos tiempos difíciles cosas esperanzadoras, una fundamental es la que recuerda Claudio en una carta previa, cuando habla de lo que para él fue el momento más importante del paso de Francisco por Chile: el encuentro en la cárcel de mujeres. No sé si esto sea señal de cosas que hayan mejorado respecto del pasado, pero que el Papa explicitara de esa forma quiénes están al centro de su pontificado, ayuda a recuperar la esperanza y a reconocer algunas luces de las que hablaba antes Joaquín. Mientras una parte de la opinión pública chilena, apoyada por algunos políticos, se limita a exigir mayores penas y castigos –“mano dura” con la delincuencia–, el papa Francisco fue al centro penitenciario femenino en San Joaquín a hablar de dignidad, de valentía, de reinserción, de esperanza y futuro. No fue a preguntarles las razones por las que estaban ahí ni a dar discursos abstractos sobre cómo debe comportarse un buen cristiano; les recordó, en cambio, que su vida no se acaba ni se reduce al delito por el que perdieron su libertad, y que deben ser capaces de reconocer y exigir un horizonte mayor desde el cual dar sentido a su estadía en la cárcel”.

Josefina Araos, “Nuestra difícil relación con la palabra revelada” (29 de mayo de 2018):

“Me cuesta mucho retomar esta escritura […] En medio del desorden de mi cabeza, comparto cierta sensación de alivio. Alivio que en mi caso fue anterior a la renuncia de los obispos; empecé a experimentarlo con la invitación de Francisco a las víctimas de Karadima. Y bueno, si extendemos más la cosa, a la puesta en marcha de la investigación de Scicluna. No es en ningún caso el alivio que uno siente cuando un problema se resuelve, por cierto, pero sí el que surge ante la decisión de asumir las culpas, la verdad de los testimonios, de reconocer errores, y de mirar de una buena vez, en el fondo, el mal a la cara. Porque es eso, creo; es atreverse a enfrentar el mal que está dentro de nosotros mismos. Y que tanto cuesta. Era como que todos estuvieran haciéndose los tontos, esquivando una realidad que se imponía por sí misma. Y que no deja de caernos encima, como una avalancha…”

Lanzamiento: este libro estará próximamente a la venta en las principales librerías del país, y será presentado en la Casa Central de la Universidad Católica (Aula Magna Manuel José Irarrázabal), el día miércoles 19 de diciembre a las 12:30 horas (entrada liberada). En esa ocasión los periodistas Matías del Río y Héctor Soto conversarán con los autores sobre el libro y el contexto que lo motiva.