Capítulo publicado el 13.07.18 en T13Radio.

Hace 17 años, cuando se publicó la primera edición de El empampado Riquelme, del escritor y periodista Francisco Mouat, la historia sobre la misteriosa desaparición de Julio Riquelme Ramírez en 1956 conmocionó a sus lectores.

Hace algunas semanas, apareció en librerías la quinta edición de este libro, una versión revisada y aumentada por el autor, quien conversó con Daniel Mansuy sobre este proceso en un nuevo capítulo de “Réplica”, de T13 Radio.

No es la primera vez que Mouat cambia la estructura del relato, añade o quita algunas piezas. Por ejemplo, esta última versión (publicada por Lolita Editores) no incluye al inicio del primer capítulo la cruda imagen del esqueleto de Julio Riquelme abandonado en medio de la nada, entre las piedras, en el corazón del desierto de Atacama, sosteniendo un sombrero con el pie.

“La foto me incomodó, porque era reducir la memoria de Riquelme de entrada, con una imagen muy dura. Me pareció que había que leerlo no desde esa foto, sino desde quién era: el portero de un banco que en los años 50 viajó en tren desde La Calera con destino a Iquique y que nunca llegó, que desapareció y fue encontrado 43 años después”, dijo Mouat. “Un libro puede ir modificándose en función de quién eres y quién estás siendo”, agregó.

El escritor también contó por qué es una historia que lo obsesiona hasta hoy, casi a dos décadas de que hallaran los restos del empampado junto a sus pertenencias.

“Creo que fue muy importante que el primer contacto fuera leyendo un breve de las páginas regionales de La Tercera. La primera noticia que leí fue la entrega de los restos al hijo que vivía en Iquique. Ese encuentro del hijo con su padre, después de medio siglo, eso me tocó mucho”, relató.

De cierta forma, reflexionaron Mansuy y Mouat, es una historia que dice mucho sobre los vínculos, la paternidad y los conflictos que viven las familias. Algo que hace mucho sentido al detenerse en la dedicatoria del libro: “A mis hijos, Antonia, José, Francisco y Agustina y a mi padre Víctor con la nostalgia del poeta Tellier. Nostalgia, sí, pero del futuro, de lo que no nos ha pasado, pero debiera pasarnos”, dice.

“Hay una conexión que no me dejó indiferente, sino que me movilizó. Estuve dos años investigando. Partió como un reportaje y luego tomó otros ritmos”, comentó. Y pese a que el libro ya está escrito y reescrito, asegura que “nada está cerrado, nada es concluyente, porque qué difícil es cerrar una historia y una vida cuando apareces 43 años después y tus referencias se han ido diluyendo”.