Columna publicada en La Segunda, 30.01.2018

Es indudable que la selección de ministros de Sebastián Piñera admite legítimas interrogantes (¿convenía hacer del  comité político una suerte de filial de Avanza Chile? ¿Encarna el estilo de ciertas designaciones el mensaje de la unidad y los acuerdos? ¿Por qué no otorgar mayor protagonismo a las nuevas generaciones?). Esas y otras preguntas, sin embargo, no alcanzan a justificar las reacciones de importantes sectores de la nueva izquierda.

En rigor, ellas ponen de manifiesto dos inconsistencias del Frente Amplio (FA). La primera se refiere al modo de entender la democracia. Si algo caracteriza a este conglomerado es que invoca una y otra vez la relevancia del régimen democrático y la necesidad de profundizarlo. Pero al mismo tiempo, y paradójicamente, estos grupos suelen expresar escasa comprensión de sus supuestos. La democracia requiere una dosis mínima de buena fe y apertura al diálogo, lo que implica escuchar al adversario y no descartar a priori que pueda tener razón en algún punto siquiera. Sin embargo, la tónica predominante en el FA (aunque no sólo en él) es la contraria. No por azar se les imputa una conciencia de vanguardia y superioridad moral. Ella quizás alimenta la autoestima, pero no favorece la deliberación democrática.

La segunda inconsistencia guarda relación con la identidad política de la coalición de Jackson y Boric. Según dicen, el propósito del FA es erradicar el  individualismo que corroería nuestra sociedad. Pero al  momento de abordar debates como el aborto sus miembros no sólo incurren en el problema ya señalado, sino que además abrazan acríticamente la retórica de los derechos individuales, sin atender a ninguna consideración adicional (ni la del niño o niña que está por nacer, ni la del padre, ni la del médico, etc.). Todo sería un asunto de voluntad individual  —de “derechos reproductivos”—, cual  neoliberalismo en su peor versión, sólo que aquí asumido como premisa. Así, lo “especialmente preocupante” de las designaciones sería la opinión de la futura ministra de la Mujer al respecto (ver la declaración del Movimiento Autonomista, “Ante el anuncio de gabinete ministerial de Piñera”).

En suma, y más allá del  gabinete, ¿qué podemos esperar del FA si  sus principales banderas —la democracia y la lucha contra el individualismo- descansan en tamañas confusiones?

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