Columna publicada en La Tercera, 24.09.2017

Viene el verano y, con él, los incendios forestales. Si uno entra al sitio web de Conaf encontrará mucha información y noticias relacionadas con distintas acciones preventivas. Esto podría tranquilizar a algunos. Después de todo, ¿no es obvio que luego de los traumáticos hechos del último verano se hayan destinado muchísimos más recursos que antes a la prevención de este tipo de catástrofes? Sin embargo, quienes piensan así podrían estar siendo víctimas de un sesgo optimista. El mismo que debe haber llevado a los vecinos de Valparaíso a recibir cada año con renovada sorpresa los feroces incendios forestales, que no han parado desde el 2014.

¿No debería el gobierno haber lanzado ya una campaña comunicacional potente llamando a las personas a organizarse para prevenir estos fenómenos? ¿No debería ocupar esto un lugar absolutamente privilegiado dentro de la agenda, considerando la gravedad de lo ocurrido el verano pasado, y los enormes costos económicos, ambientales y humanos involucrados? Hagamos memoria: se quemaron más de 600 mil hectáreas (para hacerse una idea, la superficie del “gran Santiago” llega a las 85 mil hectáreas), 11 personas murieron, 1.500 viviendas se perdieron, Santa Olga completo fue borrado por las llamas, y casi 100 especies vegetales y animales amenazadas se vieron dañadas. El costo fiscal de los incendios fue de U$ 347 millones, la Sociedad Nacional de Agricultura estimó las pérdidas de los sectores ganadero, agrícola y forestal en U$ 400 millones, y el turismo cayó en un 35% en las zonas afectadas. Todo esto sin mencionar los vergonzosos delirios comunicacionales en búsqueda de “culpables” a los que buena parte del país contribuyó, repitiendo rumores sin sustento y afectando y poniendo en riesgo a personas inocentes.

A menos de un año de estos traumáticos sucesos, parecemos haber corrido un tupido velo sobre ellos. Sin embargo, si no queremos que se repitan nuevamente este verano, eso es lo peor que podemos hacer. Es necesario que el gobierno explique cuál es su plan para enfrentar esta temporada, movilizar a la sociedad civil, crear conciencia sobre las conductas peligrosas, despejar las zonas de riesgo, cavar y limpiar cortafuegos. Y es necesario hacer todo esto ahora, antes que el verano y el fuego hayan llegado.

Los políticos, lamentablemente, tienen pocos incentivos para abordar este asunto. Al estar todos de acuerdo en que es bueno prevenir incendios, el tema no resulta polémico y tiene, por tanto, poca rentabilidad. Menos todavía en un año electoral, en que todos intentan diferenciarse. Además, la agresividad y extensión de estos fenómenos nos han enseñado que la muy chilena actitud de esperar que “el Estado se haga cargo” es simplemente ingenua. La sociedad civil organizada, que tanta capacidad y heroísmo mostró durante los siniestros, debe mostrar ahora la misma capacidad para evitar que ocurran. Y si bien el gobierno debe jugar un rol importante en ello, la magnitud del desafío lo desborda totalmente, y sería bueno que lo reconociera, para que los ciudadanos tuviéramos clara la responsabilidad que nos compete y actuáramos en consecuencia. Summer is coming. Y no hay magia que detenga las llamas.

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