Columna publicada en diario La Segunda, 9.11.13

 

 

El exceso de centralismo administrativo de nuestro país hace que decisiones de gran importancia para una comunidad sean tomadas muchas veces en Santiago, sin atender a las particularidades de la situación local. Este problema ha impulsado una creciente demanda por mayor participación de las comunidades en las decisiones, la cual ha ido ganando terreno.

Una de las respuestas concretas a esa demanda por participación es la elección de los consejeros regionales (CORE). Ellos serán elegidos cada cuatro años por votación popular, siendo la primera versión de esta elección la que realizaremos este año.

¿Qué es lo que hace un consejero regional? Junto con el intendente respectivo, los CORE forman parte del Gobierno Regional. Este tiene por objeto hacer efectiva la participación de la comunidad de la zona en las decisiones que la afectan, para lo cual cuenta con una serie de atribuciones normativas, resolutivas y fiscalizadoras.

Entre ellas, destacan la de aprobar los reglamentos regionales, los planes reguladores comunales o modificar el plan de desarrollo y el proyecto de presupuesto de la región. Además, tienen tareas como fiscalizar al intendente y las unidades subordinadas a él y la de resolver, en base a lo propuesto por el intendente, la distribución de los recursos del Fondo Nacional de Desarrollo Regional y de otras asignaciones.

Traducido en obras, esto significa que los CORE intervienen en forma directa en las decisiones relativas a las pavimentaciones, la iluminación, la habilitación de cuarteles de policía, la construcción de recintos deportivos, los programas de agua potable, la ampliación y las mejoras de los establecimientos de salud, y la construcción de carreteras, aeropuertos y hospitales.

Por eso, no es irrelevante aquello que está en juego en estas elecciones: una buena cantidad de decisiones estratégicas para cada región pasarán por las manos de estos consejeros. Por lo mismo, informarse respecto a los candidatos, preocuparse por que sean personas idóneas al cargo y de estatura moral incuestionable (dadas las presiones de intereses a las que estarán sometidos) e ir a votar por uno de ellos es algo que cualquier ciudadano responsable debería hacer. Aquí, además, no hay excusas respecto al binominal: la elección de CORE se rige, como la de concejales, por un sistema proporcional.

Muchos se preguntan, dada la importancia que tiene la elección de estos consejeros, si fue una buena decisión hacerla junto a la presidencial y las parlamentarias, que, de alguna manera, la opacan. La respuesta a esto depende de los partidos y de la ciudadanía: los primeros deben articular un discurso político que sea coherente desde lo local a lo nacional, de modo que sus distintos candidatos se impulsen mutuamente. Los segundos, en tanto, debemos actuar de forma responsable e informada.

El hecho de sumar la elección de consejeros regionales a las presidenciales y parlamentarias debe ser visto, entonces, como una oportunidad para recordar que nuestra política no se agota en La Moneda y el Congreso, y que una nación es un ejercicio de composición polifónica que combina dimensiones cuya conjugación armónica se ha vuelto, y se seguirá volviendo, cada vez más relevante en la medida en que el centralismo de Santiago pierde protagonismo y las regiones reclaman más espacios de decisión y autonomía.