Columna publicada en diario La Segunda, 13.07.13

Foto: Terra

Sería apresurado hacer un juicio respecto del efecto global en la disputa presidencial que tendrá el debate sobre reforma del sistema binominal. Sin embargo, el enfrentamiento entre la UDI, RN y el Gobierno, debido al acuerdo impulsado entre RN y la Nueva Mayoría tiene mucho que decirnos si lo leemos a la luz de uno de nuestros libros políticos canónicos: “La Fronda Aristocrática”, de Alberto Edwards Vives.

Edwards criticaba al parlamentarismo de comienzos del siglo XX -que llamaba “república veneciana”- y ponía su esperanza en una renovación autoritaria para volver a una “república en forma”, vital, impersonal y jerárquica, que él asocia a Diego Portales y a Manuel Montt, y que describe como una monarquía bajo las formas jurídicas de una República.

El término “fronda”, Edwards lo toma de los combates y conspiraciones librados por príncipes y nobles en contra del poder monárquico en Francia, a mediados del siglo XVII, y lo usa para referirse a “la lucha, casi constantemente pacífica de nuestra oligarquía burguesa y feudal, contra el poder absoluto de los presidentes”, cuya máxima encarnación veía en el Parlamento.

Esta desconfianza por el Parlamento y los partidos políticos tradicionales nunca abandonó, desde esos años, el pensamiento de amplios sectores de la derecha. Además, se vio entrelazado con el rechazo a la política moderna por parte del corporativismo de inspiración religiosa. La UDI es un partido de cuadros inspirado fuertemente por dicha tradición y, por lo tanto, presidencialista. RN, en cambio, encarna los restos de los antiguos partidos de la Fronda, que alguna vez se reagruparon en el Partido Nacional. De ahí su diversidad interna y su ánimo más “liberal”.

Estas son realmente las “dos derechas”. Por eso se equivocan los que creen que la diferencia entre RN y la UDI son los “temas valóricos”. En realidad, lo que los distingue son concepciones distintas del poder y del orden, que se vuelven muy nítidas si se mira el panorama generado por el debate relativo a la reforma del binominal: una facción de RN, liderada por su actual presidente, desafía a La Moneda desde y en nombre del Congreso; otra la defiende, y la UDI se cuadra por completo con el gobernante. Esta foto del momento político también nos hace entender por qué Sebastián Piñera pudo descansar mucho más en la UDI que en RN para gobernar y también la razón de la defensa de Longueira a Lagos en su momento: proteger la figura del Presidente. También, por último, nos anticipa una carrera presidencial que buena parte de la derecha, en su pesimismo, ya vive como una disputa por la configuración de la oposición con miras a la candidatura de 2017 y en la cual, en una curiosa vuelta del destino, Andrés Allamand aparece alineado circunstancialmente con Carlos Larraín, y Sebastián Piñera con la UDI.

La Concertación, en tanto, vive su propia disputa entre presidencialistas y parlamentaristas: Michelle Bachelet trató ya una vez de gobernar sin sus partidos, cuando éstos eran más fuertes. Ahora es probable un segundo round y muchos buscan, por tanto, reforzar el poder del Congreso y restaurar su legitimidad.

Mientras vemos cómo se desarrolla este entuerto y nuevos actores entran al ruedo -Horizontal acaba de presentar su propuesta de modificación al binominal, al igual que el Gobierno-, vale la pena releer viejos libros y observar, como decía Gómez Dávila, que “los hombres cambian menos de ideas que las ideas de disfraz” y que “a lo largo de los siglos, las mismas ideas dialogan”.