Dignidad humana y libertades individuales: ¿dónde está el límite?

Invitado: Alejandro Navas

“La dignidad humana es el fundamento de los derechos humanos”, señaló al principio de su exposición el profesor Alejandro Navas. Doctor en Filosofía y Letras y catedrático de Sociología y Comunicación Pública en la Universidad de Navarra, España, el académico fue el encargado de inaugurar el pasado 31 de agosto el grupo Debates actuales con la charla Dignidad humana y libertades individuales: ¿dónde está el límite?. Siguiendo a lo largo de su exposición a su maestro Robert Spaemann, Navas mostró cómo en la medida en que se acepta la objetividad de los derechos humanos se asume la radical importancia de la dignidad del hombre. La dignidad del ser humano, afirmó, supone a su vez el concepto de algo absoluto infranqueable que trasciende toda relativización.

Para visualizar esta radicalidad de la dignidad humana, el profesor presentó un caso de análisis. En el año 2001, en Alemania, la noticia de un caso de canibalismo escandalizó a la población. Un hombre se había contactado con más de doscientas personas dispuestas a ser comidas por él. Uno de los candidatos tuvo la “fortuna” de ser escogido como alimento del caníbal y murió, por voluntad propia, desangrado y desmembrado. La sociedad civil reprobó, por supuesto, las acciones de ambos involucrados, pero la perspectiva relativista de las leyes y la moral ciertamente deja espacio abierto para este tipo de actividades.

¿Cómo abordar este asunto desde una perspectiva de la dignidad humana?, se preguntó Navas. ¿No existe acaso un límite razonable? ¿En dónde podríamos afirmar este límite, prosiguió, si no es en un fundamento extrajurídico de esta dignidad?

A la luz de un enfoque fenomenológico, explicó a los presentes, se podría decir, junto a Kant, que el imperativo categórico ha penetrado incluso la mentalidad relativista, canonizando al menos unas pocas normas referentes a la condición del ser humano y elevándolas al grado de ley magistral. Estas normas derivan, en definitiva, de los absolutos morales. “Aunque los propulsores del relativismo sufran de fiebre al escuchar esas palabras”, declaró.

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