Columna publicada en El Líbero, 12.09.2017

Esta semana se emite el tercer capítulo del proyecto colectivo Chile Check, que reúne a los canales de CHV y CNN con los centros de estudios Espacio Público y el Instituto de Estudios de la Sociedad. La iniciativa se presenta como un espacio de verificación del discurso público que, a través de una metodología usada internacionalmente, se dedicará en los meses que siguen a confirmar la veracidad de los datos con que los candidatos presidenciales articulan y difunden sus propuestas.

Contar con una instancia de este tipo no es irrelevante. En el contexto de la llamada “sociedad de la información”, las personas se encuentran diariamente expuestas al bombardeo de múltiples datos distribuidos por los medios de comunicación que, teniendo el valor de ir ampliando el acceso a la información, nos hacen correr el riesgo de no disponer de herramientas para ponderar y evaluar lo que ella contiene. Es lo que dice el filósofo Daniel Innerarity: el problema fundamental hoy en día ya no pasa por la disponibilidad de información, sino por la capacidad para valorarla y utilizarla de manera adecuada, evitando caer en trivialidades y, sobre todo, en juicios infundados, apoyados en información que nadie tiene el tiempo ni las herramientas para verificar. El caso de los informes plagiados que habrían utilizado algunos parlamentarios es probablemente uno de los ejemplos más graves de este problema.

Chile Check surge entonces como una plataforma valiosa para filtrar y mediar la enorme cantidad de información que circula hoy en día, especialmente de cara a las próximas elecciones. El minucioso trabajo de chequeo de los discursos de los candidatos por parte del equipo periodístico y de los analistas ayuda a enriquecer el debate público, estableciendo mecanismos más exigentes de transparencia y veracidad a nuestros futuros representantes. Considerando la cuestionada legitimidad de los políticos en la actualidad, espacios como este colaboran en la fundamental tarea de recuperar la confianza de la población. Para lograrlo, se utilizan instrumentos que hacen posible no sólo confirmar que los argumentos en que los candidatos se apoyan son ciertos o falsos, sino que permiten también a la ciudadanía formarse juicios más fundados sobre aquellos por quienes decidirán votar.

Esto último probablemente sea lo más valioso de la iniciativa, y es también donde reside su principal desafío: avanzar desde la confirmación de datos, a la necesaria interpretación de los mismos. Porque como dice Innerarity, lo que está en juego en las discusiones actuales no es apenas la veracidad de la evidencia sobre la cual se toman decisiones en el ámbito político, sino más bien su “sentido”, esto es: en qué medida esa información puede ayudarnos a avanzar hacia una sociedad más justa y democrática.

Es de esperar, entonces, que el trabajo de Chile Check aporte al despliegue de campañas presidenciales sólidas: sustentadas empíricamente, transparentes en sus fuentes de información y con una opinión pública activa en el control y la interpretación de las distintas propuestas. Tarea que en ningún caso se agota en el contexto actual de elecciones presidenciales; debe ser una misión permanente la de contar con una ciudadanía formada e involucrada en la discusión política, pues ella impacta, finalmente, el destino de todos.

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