Columna publicada en Diario Financiero, 03.07.2017

Ayer fue un día de contrastes: tristeza para los hinchas de la Roja, que esperábamos un triunfo de nuestra selección; pero alegría para los que somos hinchas de la democracia. Ni el favoritismo de Piñera en las encuestas, ni la final de nuestra selección en la Copa Confederaciones contra Alemania, ni las largas filas en algunos centros de votación, fueron obstáculo para que más de un millón de chilenos votara en las primarias presidenciales de Chile Vamos y el Frente Amplio.

Si bien los resultados no fueron sorpresivos, ya que estuvieron muy cercanos a los proyectados por distintas encuestas, sí dejan entrever algunas conclusiones interesantes.

En primer lugar, le permiten a Chile Vamos sacar cuentas alegres. El piso mínimo que el conglomerado esperaba alcanzar para no considerar un fracaso el proceso era de 800 mil votantes y sólo los más optimistas pronosticaban un millón de personas. Ya vimos que se logró superar con creces dichas cifras.

En segundo lugar, pese a que la campaña estuvo marcada por una constante descalificación por parte de Manuel José Ossandón hacia Sebastián Piñera -siendo el debate televisivo un episodio para el olvido-, los candidatos perdedores dieron importantes muestras de unidad. Si bien el ex alcalde de Puente Alto no concurrió a saludar a Sebastián Piñera, sí lo llamó para felicitarlo para luego reconocer públicamente su derrota, en un tono bastante menos hostil que el mostrado durante la campaña. Pareciera haber aprendido de la manera desafortunada en que terminó la primaria entre Allamand y Longueira el 2013.

En tercer lugar, aunque el triunfo de Piñera fue holgado a nivel nacional, si miramos las cifras de la Región Metropolitana, vemos que ganó principalmente gracias al amplio apoyo que consiguió en las comunas de la zona oriente de la capital. En los sectores populares como Puente Alto (donde se esperaba su derrota), La Florida o Maipú, su votación estuvo muy por debajo del promedio nacional. Piñera deberá entonces tomar nota de esto, y poner ahora sus esfuerzos en conquistar a aquellos votantes. No solo por la necesidad de obtener esos votos para el triunfo en las elecciones presidenciales, sino sobre todo porque necesita de amplios sectores medios y bajos para legitimar su candidatura  y no ser calificado como el “presidente de los ricos”.

En cuarto lugar, el Frente Amplio tuvo la oportunidad de mostrar su real peso político. Y lo cierto es que con la votación obtenida queda claro que no tiene la fuerza que ellos pensaban, aunque sí lo deja como un actor relevante para la próxima elección presidencial. Y aun cuando muchos se entusiasmaban con Beatriz Sánchez e incluso la proyectaban en segunda vuelta en vez del candidato de la Nueva Mayoría, pareciera que van a tener que esperar algunos años antes de lograr dicho objetivo.

Finalmente, los resultados de las primarias de ayer también le permiten a la Nueva Mayoría –que no se sumó a este proceso- sacar sus propias conclusiones.  Gran parte de los chilenos no comparte el diagnóstico de la izquierda más radical y por lo tanto no está de acuerdo con proyectos refundacionales. Si el oficialismo quiere volver a disputar el poder y no entregarle la cancha a la centro derecha, deberá preocuparse de moderar su discurso y propuestas, algo más cercano a una DC reformista que a un PC refundacional. Si lo hace, habrá aprendido la lección.

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