Columna publicada en La Tercera, 11.11.2015

Hola camarada, ¡tanto tiempo sin vernos!-Sí, he andado un poco desaparecido. Creo que no nos veíamos desde la última campaña.

-Sí, claro. ¿Recuerdas nuestras discusiones sobre el programa? ¡Te lo tomabas todo tan en serio! Al final ganamos por lejos, que es lo importante, ¿no?

-Supongo que sí, aunque a veces dudo. De hecho, escuché que ni siquiera vamos a poder construir los hospitales. ¿Es cierto?

-Veo que sigues con tus dudas pequeñas. ¡Ya deberías madurar! Pero es cierto, no tenemos margen. Son decisiones dolorosas, pero necesarias. Tampoco podemos concesionarlos: eso sí que sería abjurar del programa. No olvides que cualquier derrota será aprovechada por los conservadores nostálgicos de la transición y la dictadura.

-Quizás tengas razón. No se puede hacer todo a la vez, y la transición tenía que quedar atrás. Igual, no termino de entender por qué sería más importante la universidad gratuita que la construcción de hospitales en Casablanca o Quillota. Además, ambas cosas estaban en el programa…

-Por algo hay que partir. Míralo así, aunque suene crudo: las federaciones de enfermos no marchan por la Alameda, no salen en TV, y sus dirigentes no son adulados día y noche por los periodistas influyentes.

-Tu cinismo nunca ha dejado de sorprenderme.

-¿Cinismo? ¿Qué quieres decir con eso? Es realismo histórico, conciencia de las condiciones objetivas. Como decía el viejo Marx, es un asunto de correlación de fuerzas.

-Me cuesta seguirte. ¿No consiste la vocación de la izquierda en proteger siempre al más débil? ¿Hay algo más frágil que un enfermo sin salud digna? ¿Crees que se pueda alcanzar la justicia a través de políticas injustas?

-Nunca has querido entender la dialéctica del conflicto. Para cambiar Chile, tenemos que crear una nueva hegemonía. Llevamos decenios esperando esta oportunidad, y no vamos a desperdiciarla. El primer paso es una educación gratuita y de calidad para todos.

-¿Para todos?

-Bueno, en verdad sólo para el 40% más vulnerable, de algunas instituciones seleccionadas.

-¿Pero no son casi los mismos que están cubiertos por las becas?

-No, o sea sí, pero es que ahora estará mediado por el Estado. No olvides que el lenguaje crea realidad: tenemos que cuidar las palabras que usamos. Nadie dijo que sería fácil cambiar el mundo y desterrar el mal. Tu mirada cortoplacista te impide comprender que seguimos siendo la prehistoria que tendrá el futuro y los anales remotos del Hombre: ¡el pasado del cielo! El proceso no puede evaluarse aisladamente. Ya no trabajamos para los expertos que escriben papers: las cuestiones técnicas son secundarias.

-Suena muy lindo. Pero, ¿no nos estaremos conformando con la contemplación de nuestra propia pureza moral? ¿De verdad vamos a cambiar el mundo así?

-Al menos lo habremos intentado. Al menos habremos sido almas bellas.

-No estoy convencido.

-Porque nunca has estado convencido de nada, camarada. Pero, aunque les pese, tú y tus amigos están condenados a seguir con nosotros. Siempre han querido estar del lado del Bien. Nunca han tenido valor para algo distinto.

-Me perdí.

-Siempre lo han estado.

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