Artículo publicado en Qué Pasa, 15.05.2015

El triunfo del Partido Conservador en Gran Bretaña es un evento impresionante compuesto, como suele suceder con este tipo de situaciones, de una serie de personajes y pequeñas historias también impresionantes. Podríamos hablar de Boris Johnson, el aristocrático y carismático -casi delirante- alcalde de Londres, que se ganó el corazón de un electorado tradicionalmente de izquierda. Podríamos hablar de la bancarrota intelectual y política del laborismo, que trató de izquierdizarse con un líder, Ed Miliband, que daba entrevistas desde su segunda cocina (la más chica) con un afán de simulación abajista. También, por supuesto, merece atención el fenómeno nacionalista escocés. Pero hay un personaje especialmente vinculado a Chile, porque vino a Enade y a “La otra mirada” el 2014, cuyo vínculo intelectual directo con el “nuevo conservadurismo” lo vuelve particularmente interesante para entender este fenómeno.

Y más interesante todavía para la derecha chilena, que sigue masticando el polvo de la derrota, sin poder reinventarse. Esa persona es Jesse Norman.

Norman, al igual que Cameron y Johnson, estudió en Eaton y luego en Oxford. Se dedicó a los negocios bancarios, llegando a ser parte del directorio de Barclays, para luego dar un giro y dedicarse a la academia en el University College de Londres, donde obtuvo un doctorado en Filosofía el año 2003. Entre ese año y el 2010 se dedicó a perfilar intelectualmente lo que sería la renovación conservadora, publicando los libros Conservadurismo empático y Economía empática. Finalmente, el año 2010 aparece La Gran Sociedad -que es una especie de síntesis del trabajo de los años anteriores- y, además, gana por primera vez un asiento en el Parlamento representando a la circunscripción de Hereford y Herefordshire del Sur. Para ese momento ya era considerado como la cabeza detrás del relato del triunfo de Cameron, quien había puesto a la sociedad civil y a las organizaciones de voluntariado como uno de los pilares de su programa y visión de gobierno.

Cinco años después, Cameron y Norman volvieron a ganar. Los conservadores obtuvieron 331 escaños parlamentarios de 650, 28 más que la última vez, no habiendo una reelección de primer ministro con estas características desde 1900. En Hereford y Herefordshire del Sur, en tanto, el candidato Norman obtuvo un 52, 57% de los votos en juego, aumentando en un 6,4% su votación anterior. Así, los conservadores podrán gobernar sin necesidad de coaliciones esta vez. Pero ha corrido bastante agua debajo del puente. En 2012 el autor de La Gran Sociedad lideró una rebelión parlamentaria contra la propuesta de Cameron para reformar la Cámara de los Lores, lo que complicó la relación entre ambos. En 2013 las cosas se pusieron todavía peores cuando el parlamentario nuevamente se opuso al gobierno y votó en contra de la intervención militar en Siria, lo que le valió ser expulsado del comité político gubernamental. Mientras tanto, el concepto de “gran sociedad”, que ocupó un lugar central en el discurso y en la agenda de gobierno durante los dos primeros años, fue cediendo terreno a otros asuntos -principalmente económicos, ya que la situación heredada del último gobierno laborista era muy precaria- y apareciendo cada vez menos en el discurso del primer ministro. Esto llevó a que muchos de los enemigos de la idea, tanto de izquierda como de derecha, respiraran tranquilos y la declararan muerta.

El debate público ha sido particularmente intenso en este aspecto. Y es que la idea de hacer visible a la sociedad civil como un actor a la par del Estado y del mercado pisa callos en todo el espectro político, ya que la izquierda siempre ha preferido confundir a la sociedad con el Estado, y la derecha con el mercado. Así, la ansiedad por considerar la visión de Norman como inútil, socialista o simple retórica fue generando una especie de esquizofrenia intelectual en torno al concepto, al cual se le declaraba, al mismo tiempo, como irrelevante para la construcción de las políticas públicas del gobierno y como fracasado en sus efectos a nivel de políticas públicas. El remate de esto fue la apresurada extremaunción a la idea.

Sin embargo, el concepto de “gran sociedad” apareció nuevamente en el manifiesto conservador presentado para ganar las elecciones de este año, donde se recalcó el compromiso de continuar desarrollando esta visión. El documento, como medidas concretas, señaló el aseguramiento de que todo adolescente tenga un lugar en el Servicio Nacional Ciudadano, el programa de voluntariado creado por la coalición para jóvenes de 15 a 17 años, “de modo de convertirlo en un rito de pasaje para nuestra juventud” y también el dar a todos los que trabajan en grandes empresas y en el sector público el derecho laboral de destinar tres días al año al voluntariado social, con goce de sueldo.

“La Gran Sociedad -dice el manifiesto- es una visión de una nación más comprometida, en la cual nos hacemos más responsables de nosotros mismos y de nuestros vecinos. De comunidades trabajando juntas, sin depender de burocracias lejanas e impersonales”.

Respecto a la evaluación de los últimos años, el programa también destaca el aumento del voluntariado y de las donaciones a instituciones civiles, las escuelas libres sostenidas por padres, apoderados y organizaciones, y la incorporación de las empresas sociales en apoyo al programa de trabajo del gobierno para ayudar a los desempleados a encontrar un puesto laboral. De la misma manera, se destacan los bonos de impacto social, entre otras cosas.

En la actualidad Jesse Norman se encuentra preparando una biografía intelectual de Adam Smith que, sin duda, tendrá consecuencias algo escandalosas, y quizás el mismo éxito de la que escribió sobre Edmund Burke,  con la que ganó el premio Samuel Johnson a obras de no ficción. Han pasado muy pocos días desde las elecciones, pero es por lo mismo un buen momento para capturar sus impresiones respecto a los resultados de ellas y al destino de la polémica en torno a la “gran sociedad”.

-¿Qué lecciones deja el triunfo del Partido Conservador?

-Los conservadores ganaron porque hicieron una campaña clara en torno a objetivos claros: seguir mejorando nuestra economía, cuidar la unidad del Reino, resistir el nacionalismo escocés y renegociar la relación del país con la Unión Europea, realizando un referéndum al respecto.

-¿Qué ocurrió con los liberales-demócratas y con el Partido Laborista?
-Los liberales-demócratas se vieron disminuidos porque renegaron de algunas demandas centrales, en particular la de aumentar los aranceles universitarios, y porque como partido de gobierno dentro de la coalición fueron incapaces de presentarse a ellos mismos como un partido por encima o ajeno a los demás en disputa. Los laboristas perdieron porque se quedaron sin ideas, tenían un liderazgo muy pobre, nunca reconocieron sus responsabilidades respecto a la crisis financiera y fueron percibidos como asociados a los nacionalistas escoceses, contrarios al emprendimiento y controlados por los sindicatos.

-¿Cuál es el rol de las ideas en la política real? ¿Cuál es tu experiencia al respecto?
-Como dijo una vez John Maynard Keynes, “los hombres prácticos que creen no estar influenciados intelectualmente por ninguna idea son usualmente los esclavos de algún economista difunto. Los hombres dementes, que escuchan voces en el aire, normalmente están destilando su delirio desde algún escritor académico de hace pocos años atrás”. Las ideas siempre están a cargo, lo queramos reconocer o no.

-¿Qué le pasó a la “gran sociedad”? ¿Es una idea muerta, como dicen algunos? ¿Tendrá alguna influencia en los próximos años?
-La “gran sociedad” permanece bastante viva y en buen estado. Sus ideas centrales de empoderar a las instituciones libres y a los individuos están y han estado en el centro del programa gubernamental, sea en la reforma educacional, en la reforma del gasto social o en la reforma de los gobiernos locales. En mi propia circunscripción acabo de ser reelegido con un incremento extraordinario de votos por el hecho de haber puesto la “gran sociedad” en práctica.

-¿Qué piensas de las críticas que ha generado la visión de la “gran sociedad” desde la izquierda  y desde la derecha (como la de algunos libertarios al estilo de Tim Worstall del Instituto Adam Smith, quien dijo que no era necesario tener diputados laboristas si ellos podían contar con Norman)? ¿Por qué les molesta tanto esta idea si al mismo tiempo la declaran muerta?

-Es cierto, es muy curioso. Creo que les enoja porque, en el fondo, ambos lados comprenden que, tal como la filosofía de Edmund Burke y de Adam Smith, es una amenaza profunda tanto para el laborismo estatista  como para el liberalismo individualista.