Con motivo de su cumpleaños número 18, la revista Capital reunió en su último número a empresarios, políticos, economistas, emprendedores e intelectuales para discutir sobre una de las grandes disyuntivas que atraviesa el debate actual en Chile: ¿qué debe primar en las próximas decisiones que tomemos como país? La libertad de elegir o el avanzar hacia un Chile con mayor igualdad.

Nuestro Director Ejecutivo, Daniel Mansuy fue parte de este selecto grupo, en el que estaban, entre otros, Hermann von Mühlenbrock, Harald Beyer. Osvaldo Andrade, Jorge Navarrete, Pablo Longueira, Susana Carey, Roberto Ampuero, Óscar Guillermo Garretón y Gutenberg Martínez.

Para “medir” a los asistentes, revista Capital aplicó una especie de termómetro, que arrojó más de una mirada sobre el tema.

A continuación las definiciones de Daniel Mansuy:

Edad: 36 años
Actividad: Director ejecutivo del Instituto de la Sociedad (IES)
La peor vergüenza de Chile es: Nuestra indiferencia respecto del otro, que muchas veces llega a ser culpable
Libro: Los sonámbulos, de Hermann Broch
Admiro a: Mi señora

“Si uno lee la definición que hizo Aristóteles de la polis griega, siempre está el conflicto entre los oligarcas y los demócratas y eso es lo que le da vitalidad a la polis. Por tanto, en la historia, siempre ha habido desigualdad y hemos tenido problemas para procesarla.

Esto es más fuerte en una economía de mercado, porque trabaja con la distinción, no se puede ahorrar la desigualdad, porque trabaja con la historia de desigualdad. La economía de mercado trata de convencernos de que tenemos que distinguirnos del vecino, de comprar tal auto porque el vecino no lo tiene. El punto es cómo procesamos esas desigualdades, cómo las tratamos y el problema cuando se hace tan visible, que empieza a distender los vínculos sociales o políticos, cuando se pierde la idea de comunidad. Cuando el cuadro político se empieza a debilitar, es porque las desigualdades se hacen muy grandes y si esa comunidad pierde estabilidad, las cosas se pueden complicar.

La ciudad es el lugar donde actuamos, donde nos manifestamos, donde discutimos, donde deliberamos. La pregunta es qué ciudad construimos y qué tipo de ciudad hace posible cierto tipo de vida. En Chile no tenemos mucho ojo para construir ciudades y Santiago es una ciudad segregada, con pocos espacios públicos y de integración. Es curioso, pero en Chile la elite siempre se va arrancando, como si no quisiera mezclarse. Es un problema serio, porque parece que no nos podemos ver ni las caras.

Entonces, el problema es cómo la sociedad se autorregula. Siempre pongo el ejemplo de las isapres, que no logran procesar algunas complicaciones que tienen o algunas injusticias que cometen, por ejemplo, con las mujeres. Las guaguas se hacen de a dos, pero les cobran más caro a ellas… es una curiosidad. Bueno, va a llegar una regulación que va ser mucho más cara que la autorregulación.

Qué respuestas se le dan a esto: la izquierda propone más Estado y la derecha más mercado. Ambas respuestas son insuficientes, porque la solución del Estado es siempre más cara, pesada y lenta. Y el mercado, por supuesto, no logra procesar todas las relaciones sociales.

Hay un problema con la educación, pero la ilusión bajo la que vivimos es que todas las tensiones de la desigualdad se pueden resolver en la escuela y le estamos cargando a la educación una responsabilidad brutal que no le toca ni puede soportar. No puede resolver nuestros problemas de segregación y de integración, porque apenas cumple con su misión. Como conclusión, el año 67, Raymond Aron escribió un libro que se llamaba Las desilusiones del progreso dando luces de que el progreso no es unívoco, que trae desilusiones, ambigüedades y tensiones, y que tenemos que ser inteligentes para procesarlas”.